domingo, 7 de septiembre de 2008

Dones y Poder del Espíritu Santo

Por Paul Walker

El avivamiento pentecostal de principios del siglo veinte y la renovación carismática que comenzó a fines de los años cincuenta, sin duda constituyen una de las más innovadoras e impactantes transformaciones espirituales en la historia. Pero cuando investigamos estos fenómenos debemos preguntar: 1) ¿Por qué ha ocurrido esto? 2) ¿Qué impacto ha tenido? y 3) ¿Cómo puede mantenerse la integridad espiritual? ¿Por qué ha ocurrido esto?

En primer lugar, porque era evidente la necesidad de renovación de la misión y el propósito cristianos en la iglesia y entre sus miembros. Segundo, en vista de esta necesidad de renovación, ha habido un decisivo movimiento de parte de creyentes sinceros deseosos de recobrar el poder del Espíritu Santo que transformó y dinamizó la vida de los primeros cristianos. De este movimiento ha emergido una manifestación del Espíritu Santo, acompañada del hablar en lenguas, entre los creyentes de todas las grandes denominaciones, lo cual demuestra que el bautismo en el Espíritu Santo no es una denominación o un movimiento, sino una experiencia que trae consigo la plenitud del poder espiritual para un servicio más eficaz.

En tercer lugar, esta manifestación del Espíritu Santo ha vinculado las corrientes principales del protestantismo y el movimiento pentecostal tradicional a las formas de culto del primer siglo de la Iglesia, por medio de lo que se ha llamado acertadamente el movimiento carismático (derivado del griego charismata, término utilizado, por ejemplo, en 1 Co 12.4, 30 para referirse a los dones del Espíritu Santo).

¿Qué impacto ha tenido?
De esta renovación surge la pregunta: ¿Qué sucede realmente cuando la Iglesia recibe estos dones? Al intentar una respuesta, se deben tener en cuenta los fundamentos bíblicos, el contexto tradicional y los testigos contemporáneos.

Se cumplen las Escrituras
En primer lugar, la Biblia declara de forma inequívoca: «Sed llenos del Espíritu» (Ef 5.18). Un análisis del verbo griego traducido «sed llenos» nos revela que está en tiempo presente, lo cual indica que esta es una bendición que debemos experimentar y gozar ahora. El hecho de que el verbo sea un imperativo (un mandato) no deja opciones al discípulo sensible. Sin embargo, como el verbo está en voz pasiva, no hay dudas de que ser llenos del Espíritu no es cosa que el cristiano obtiene por su propio esfuerzo, sino algo que se hace a su favor y a lo cual debe someterse. Por ello la Escritura ofrece una visión teocéntrica del ser llenos del Espíritu, experiencia en la que lo Alto alcanza a lo bajo y se une con Él en íntima comunión. Esclarecer este punto sirve para contrarrestar la crítica o la incomprensión de algunos que ven en la experiencia pentecostal algo suscitado por sugestión, determinación o emoción humanas.

La Persona del Espíritu Santo obra
En segundo lugar, la Biblia revela que la Persona del Espíritu Santo ha sido el agente primario en lo referente al ministerio de la Palabra a través de los siglos. La Escritura declara claramente que la Deidad obra en coigualdad, coeternidad y coexistencia, como una unidad. Pero también ha sido sugerido, acertadamente, que debemos contemplar esta unidad con la vista puesta en la función especial de cada una de las personas de la Trinidad: El Padre es el ejecutivo, el Hijo es el arquitecto y el Espíritu Santo es el contratista. Así que, las Escrituras nos muestran al Espíritu Santo asumiendo de forma única los siguientes papeles: 1) Como autor del Antiguo Testamento (2 S 23.2; Is 59.21; Jer 1.9; 2 Ti 3.15–17; 2 P 1.21) y el Nuevo Testamento (Jn 14.25, 26; 1 Co 2.13; 1 Ts 4.15; Ap 1.10, 11; 2.7). 2) Como el que unge a los personajes del Antiguo Testamento.
Las Escrituras mencionan no menos de dieciséis líderes de Israel que fueron ungidos por el Espíritu: José (Gn 41.38); Moisés (Nm 11.17); Josué (Nm 27.18); Otoniel (Jue 3.10); Gedeón (Jue 6.34); Jefté (Jue 11.29); Sansón (Jue 14.6, 19; 15.14, 15); Saúl (1 S 10.10; 11.6); David (1 S 16.13); Elías (1 R 8.12, 2 R 2.16); Eliseo (2 R 2.15); Azarías (2 Cr 15.1); Zacarías (2 Cr 2.20); Ezequiel (Ez 2.2); Daniel (Dn 4.9; 5.11; 6.3); Miqueas (Mi 3.8).

De manera que el Espíritu Santo, como contratista, ungió a profetas del Antiguo Testamento, como Isaías y Joel, para que escribiesen sus profecías sobre el día cuando el Espíritu sería derramado, y sus dones esparcidos a lo largo de toda la era de la Iglesia (Jl 2.28–32; Hch 2.17–21). En Isaías 28.11, 12, Dios usó a Isaías para decirle a Judá que le daría una lección en una forma que no sería de su agrado, y que le daría conocimientos a través de idiomas extranjeros en vista de su incredulidad. Siglos más tarde, el apóstol Pablo hizo extensivo el sentido de este pasaje al don de hablar en lenguas dentro de la iglesia como manifestación o señal a los que no eran creyentes (1 Co 14.21, 22). Esta señal podía manifestarse en lenguas conocidas o no por los seres humanos (compárese 1 Co 14 con Hch 2.1–11; 10.45, 46).

En todos estos aspectos, vemos al Espíritu Santo como alguien que obra en la Iglesia con una personalidad definida, como una Persona dada a la Iglesia para garantizar que el ministerio del Cristo crucificado sea continuamente proclamado y verificado. El Espíritu Santo, pues, tiene todas las características de una persona:

1. Tiene conocimiento (Ro 8.27), voluntad (1 Co 12.11) y sentimientos (Ef 4.30). 2. Participa en la revelación (2 P 1.21), la enseñanza (Jn 14.26), el testimonio (Heb 10.15), la intercesión (Ro 8.26), la exhortación (Ap 2.7), la comisión (Hch 16.6, 7) y la afirmación (Jn 15.26). 3. Se relaciona con seres humanos. Lo pueden entristecer (Ef 4.30), se le puede mentir (Hch 5.3) y blasfemar (Mt 12.31, 32). 4. El Espíritu Santo posee los atributos de la divinidad: Es eterno (Heb 9.14), omnipresente (Sal 139.7–10), omnipotente (Lc 1.35) y omnisciente (1 Co 2.10, 11). 5. Se habla de Él como Espíritu de Dios, Espíritu de Cristo, Consolador, Espíritu Santo, Espíritu Santo de la promesa, Espíritu de verdad, Espíritu de gracia, Espíritu de vida, Espíritu de adopción, Espíritu de santidad. 6. Se le simboliza con el fuego (Hch 2.1, 2), el viento (Hch 2.1, 2), el agua (Jn 7.37–39), un sello (Ef 1.13), el aceite (Hch 10.38) y una paloma (Jn 1.32). Todo esto revela una parte del vasto ámbito o esfera de acción del Espíritu Santo en el Antiguo Testamento y la iglesia contemporánea.

Los acontecimientos que narra Hechos están siendo redescubiertos y aplicados
En tercer lugar, el libro de Hechos narra cinco relatos de personas que reciben la plenitud, la llenura o el bautismo del Espíritu Santo (Hch 2.4; 8.14–25; 9.17–20; 10.44–48; 19.1–7). En estos relatos se manifiestan cinco factores: 1) Los presentes experimentaron la irresistible presencia de Dios. 2) Hubo una evidente transformación en la vida y testimonio de los discípulos que fueron llenos. 3) Aquella experiencia dio un gran ímpetu al crecimiento de la Iglesia: «Y todos los días, en el templo y por las casas, no cesaban de enseñar y predicar a Jesucristo» (Hch 5.42). 4) La evidencia inmediata en tres de los cinco relatos fue la glosolalia: «Porque los oían que hablaban en lenguas» (Hch 10.46). [Glosolalia es un término derivado del griego glossa («lengua») y laleo («hablar»)]. 5) El propósito esencial de aquella experiencia era ofrecer un testimonio poderoso (Hch 1.8) y una más profunda dimensión del compromiso cristiano de dar frutos de bondad, justicia y verdad (Ef 5.19), gratitud (Ef 5.20), humildad (Ef 5.21), amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza (Gl 5.22, 23).

Todas estas cosas juntas demuestran lo que el actual movimiento pentecostal-carismático de renovación está experimentando a través del Espíritu Santo que obra en la Iglesia. El problema es que con demasiada frecuencia se mal interpreta o aplica mal, por la falta de una comprensión del concepto bíblico de las «lenguas» y el papel de los dones del Espíritu. Aunque hay diversos puntos de vista teológicos y éticos entre algunos miembros del movimiento neopentecostal-carismático, la práctica del «hablar en lenguas» en la oración y el culto, junto con la aceptación y complacencia por el papel que desempeñan los dones del Espíritu Santo en su medio, constituye un vínculo que los une a todos. De manera que, para comprender completamente este fenómeno, es necesario tomar en cuenta el punto de vista carismático en lo que se refiere a la interpretación y aplicación de las poderosas manifestaciones del Espíritu Santo del libro de Hechos, aplicando los controles que se enseñan en 1 Corintios 12–14.

¿Cómo puede mantenerse la integridad espiritual?
Establecer nuestra perspectiva
En primer lugar, el pentecostal o carismático considera el bautismo del Espíritu Santo como una experiencia subsecuente a la conversión cristiana: algo que ocurre a través de un proceso de entrega completa al Espíritu que nos llena y guía. Estamos de acuerdo con que el Espíritu Santo obra en cada creyente y en los varios ministerios de la Iglesia. Aun así cada creyente debe contestar la pregunta de Hechos 19.2: «¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis?»

Aquí deben examinarse dos expresiones:
1. Se entiende que, al hablar del «bautismo del Espíritu Santo», el movimiento pentecostal-carismático tradicional no se refiere a ese bautismo del Espíritu Santo que se produce en la conversión, mediante el cual el creyente es integrado al cuerpo de Cristo por medio de la fe en su obra redentora en la cruz (1 Co 12.13). Pero, ningún carismático bíblico ve al cristiano que no es carismático como «menos salvo» o menos espiritual que él. El bautismo con o en el Espíritu Santo (Jn 1.33; Hch 1.5) fue y está dirigido por el Señor Jesús para que sea «recibido» (Jn 20.22; Hch 1.8) como un «don» que había de otorgarse después de su ascensión (Jn 7.39; Hch 2.38, 39). Sin embargo, si alguien prefiere desestimar esta terminología, sostenemos que experimentar la plenitud del Espíritu en espíritu de unidad es más importante que crear divisiones entre nosotros o disminuir nuestra pasión por recibir Su plenitud a causa de diferencias en terminologías teológicas o prácticas.

2. Cuando habla del proceso de «rendirse por completo al Espíritu» el movimiento pentecostal-carismático no entiende: (a) pasividad de mente, o (b) un estado de hipnosis autoprovocada o de «trance». En lugar de ello, esta terminología alude a una búsqueda consciente y ferviente de Dios. La mente permanece activa, adorando a Jesucristo, el que bautiza con el Espíritu Santo (Jn 1.33). La emoción crece mientras el amor de Dios se derrama en nuestros corazones (Ro 5.5). El ser físico participa de ello, mientras se adora y alaba, elevando la voz en oración (Hch 4.24) o las manos para adorar (Sal 63.1–5).

La doble función del hablar en lenguas
En relación con aquellos que han «recibido» el don de hablar en lenguas, la Biblia describe dos funciones básicas: Debe servir para la edificación personal y la exhortación pública.
En la experiencia del bautismo con o en el Espíritu Santo, las «lenguas» desempeñan la función de señal de la presencia del Espíritu Santo. Jesús profetizó que vendrían como una señal (Mc 16.17), Pablo se refirió a ellas como una señal (1 Co 14.22), y Pedro las vio como un don-señal que confirmaba la validez de la experiencia en el Espíritu Santo de los gentiles (compárese Hch 10.44–46 con 11.16, 17 y 15.7–9). De ahí que hablar en lenguas sea una señal apropiada y esperada que confirma la presencia plena del Espíritu y ofrece al creyente un vigoroso testimonio vivo. No se considera un requisito para obtener la plenitud del Espíritu, sino una indicación de que se ha producido.

Las lenguas y la edificación personal
En primer lugar, «hablar en lenguas» es un asunto privado, que concierne a la autoedificación (1 Co 14.2–4). La glosolalia la practica devocionalmente el creyente en los momentos más íntimos de su comunicación con Dios bajo el impulso del Espíritu Santo. Esta experiencia «devocional» puede también ser puesta en práctica por acuerdo colectivo, en reuniones de grupos donde no estén presentes personas no creyentes o no informadas (1 Co 14.23). De acuerdo con ello, se proponen los siguientes principios sobre el hablar en lenguas:
1. Hablar en lenguas bajo la inspiración del Espíritu Santo es el único don espiritual que se identifica con la Iglesia de Jesucristo. De los otros dones, milagros y manifestaciones espirituales hay evidencias en tiempos del Antiguo Testamento, antes del día de Pentecostés. Este nuevo fenómeno se manifestó originalmente en la Iglesia, se identificó de forma única con la Iglesia y fue ordenado por Dios para la Iglesia (1 Co 12.28; 14.21).
2. Hablar en lenguas representa el cumplimiento de profecías de Isaías y Jesús. Compárese Isaías 28.11 con 1 Corintios 14.21, y Marcos 16.17 con Hechos 2.4; 10.46; 19.6; 1 Corintios 14.5, 14–18, 39.
3. Hablar en lenguas es una prueba de la resurrección y glorificación de Jesucristo (Jn 16.7; Hch 2.26).
4. Hablar en lenguas es una evidencia del bautismo en o con el Espíritu Santo (Hch 2.4; 10.45, 46; 19.6).
5. Hablar en lenguas es un don espiritual para la edificación personal (1 Co 14.4; Jud 20).
6. Hablar en lenguas es un don para la edificación espiritual de la Iglesia, cuando se acompaña de la interpretación de lo que se dice (1 Co 14.5).
7. Hablar en lenguas es un don espiritual para la comunicación con Dios en los momentos de devoción privada (1 Co 14.15).
8. Hablar en lenguas es un medio a través del cual el Espíritu Santo intercede por nosotros en la oración (Ro 8.26; 1 Co 14.14; Ef 6.18).
9. Hablar en lenguas es un medio espiritual para el regocijo (1 Co 14.15; Ef 5.18, 19).
10. La aplicación que hizo Pablo de la profecía de Isaías indica que hablar en lenguas también sirve de «descanso» o «refrigerio» (Is 28.12; 1 Co 14.21).
11. Las lenguas se manifiestan tras la predicación de la Palabra de Dios y la confirman (Mc 16.17, 20; 1 Co 14.22).

Las lenguas sirven para la exhortación pública
Volviendo a la segunda función de las «lenguas» —la exhortación pública—, 1 Corintios 14 funda los dones del Espíritu sobre los firmes cimientos del amor (1 Co 14.1). El uso público de las «lenguas» también exige observar una serie de normas como la clave para mantener el orden en nuestras comunidades y en los cultos de adoración. Tras aceptar que ha habido quienes han abusado de este don y se han vanagloriado abusivamente de él, debemos reconocer que éste puede convertirse en parte vital y valiosa del culto cuando se le emplea correctamente para la edificación del cuerpo de Cristo (1 Co 14.12, 13).

Sin embargo, el creyente sincero y lleno del Espíritu no se ocupará solamente de este don, porque ve en él sólo uno de los muchos dones dados para que la Iglesia alcance la «plenitud»; de ahí que no participe en el culto o se reúna con otros exclusivamente con el propósito de hablar en lenguas. Tal intención sería una señal de inmadurez, vanidad e idolatría. Por el contrario, los creyentes sinceros se reúnen para adorar a Dios y prepararse para toda buena obra por medio de la enseñanza de su Palabra (2 Ti 3.16, 17). Consecuentemente, el creyente sensible a las enseñanzas de la Escritura reconoce las siguientes recomendaciones del Nuevo Testamento sobre los dones espirituales:
1. Hablar en «lenguas» sólo edifica en las reuniones públicas cuando se interpretan; quien adora debe orar por la interpretación, y si ella no llega, guardar silencio, a menos que se sepa que está presente alguien en posesión del don de interpretación (1 Co 14.5, 28).
2. El Espíritu se manifiesta sólo para edificar; por lo tanto, dondequiera que está verdaderamente presente todo se halla en orden y nadie siente vergüenza o se perturba (1 Co 14.26, 40).
3. «Los espíritus de los profetas están sujetos a los profetas» (1 Co 14.32). Toda persona que de verdad sea llena del Espíritu es capaz de ejercer el dominio propio; de ahí que la confusión pueda y deba ser evitada de manera que prevalezcan la decencia y la unidad (1 Co 14.40).
4. El fundamento de todos los dones es el amor. El amor, no la experiencia de un don, es lo que califica a aquellos que ejercitan los dones espirituales. De esa forma, en la administración de la autoridad espiritual en la congregación local, la Palabra exige que juzguemos (1 Co 14.29) a fin de confirmar que aquellos en posesión de dones sigan «el amor» y procuren «los dones espirituales» (1 Co 13.1–13; 14.1).
5. El autor y dispensador de los dones es el Espíritu Santo, que los reparte según su voluntad; por lo tanto, ningún don se convierte en posesión exclusiva de un creyente para su edificación personal y vanagloria. Al contrario, los dones son dispensados a la Iglesia para ser ejercitados por ella en la mutua edificación de los creyentes (1 Co 12.1–11) y como un medio para extender su ministerio.
6. La práctica del don de lenguas debe limitarse a una secuencia de dos o tres manifestaciones a lo sumo (1 Co 14.27). Aunque muchos sostienen que ésta es una norma muy rígida, otros la consideran una guía para mantener el equilibrio en el culto de adoración. En la práctica, el Espíritu Santo raramente se mueve más allá de estos límites; sin embargo, en ocasiones, por razones y necesidades especiales, puede que se produzca más de una secuencia de dos o tres manifestaciones apropiadamente espaciadas en un culto dado. La pauta principal es la siguiente: «Pero hágase todo decentemente y con orden» (1 Co 14.40).

El testimonio contemporáneo
Moviéndonos más allá de la plenitud del Espíritu, es importante comprender el impacto de los dones en la vida y el testimonio de la Iglesia.
La experiencia de la plenitud del Espíritu representa algo más que «hablar en lenguas». Es, en realidad, entrar en posesión de la plenitud de los dones y el fruto del Espíritu, como se describe en el Nuevo Testamento (1 Co 12.7–11; Gl 5.22, 23). También abarca, en sentido amplio, el ejercicio de los dones de Dios para la edificación espiritual que se mencionan en Romanos 12.3–8 y Efesios 4.7–12.

La palabra griega charisma (singular) o charismata (plural) se utiliza para designar los dones espirituales, y de acuerdo con una terminología más técnica, «dones de la santa gracia». En Efesios 4.11–13, las palabras dorea y doma también se usan para designar los dones, calificándolos como aptitudes que nos «equipan» para el servicio personal en el reino de Dios. Asimismo, la palabra pneumatika, empleada en 1 Corintios 12.1, se utiliza para describir los dones como «cosas del Espíritu». El asunto es que cada uno de estos términos revela el significado actual de la acción sobrenatural del Espíritu en nuestras vidas, en tanto nos prepara para crecer en gracia y en el servicio del reino. Con ese fin, se nos llama a procurar «los dones mejores» (1 Co 12.31). Así que superar la pasividad, y buscar ardientemente cómo obrar y qué actitud adoptar ante todos los dones espirituales es lo correcto desde el punto de vista bíblico.
Sin embargo, hablar de los dones nunca implica exclusivismo alguno. Los dones son dispensados a la Iglesia como recursos para ser utilizados donde sea necesario ministrar el cuerpo de Cristo. Ello quiere decir que no todos los creyentes poseerán los mismos dones. Por el contrario, el Espíritu Santo es el autor y dispensador de los dones para hacer que las expresiones del culto y el reino posean integridad.

¿Será invisible la Segunda Venida de Cristo?


Por Juan Valles


La Biblia declara abiertamente que Jesucristo volverá a la tierra, y con ello desatará una serie de actos que harán culminar la historia humana para establecer el completo Reino de Dios.
Hay algunas enseñanzas acerca de este hecho, lo cual ha sido le motivo fundamental para exponer aquí lo que dicen las Escrituras al respecto. Específicamente, algunas sectas han manifestado que la venida de Jesucristo será, entre otras cosas, un acontecimiento invisible; y de esto se derivaría una serie de doctrinas totalmente ajenas a la Biblia. Por lo tanto, es preciso exponer lo que dice la Biblia sobre algo tan fundamental como la segunda venida del Señor Jesús. Para ello, veremos algunos pasajes que hablan de esta gran realidad. El siguiente pasaje de Mateo es muy específico:
“Entonces, si alguno os dijere: Mirad, aquí está el Cristo, o mirad, allí está, no lo creáis. Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos. Ya os lo he dicho antes. Así que, si os dijeren: Mirad, está en el desierto, no salgáis; o mirad, está en los aposentos, no lo creáis. Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre. Porque dondequiera que estuviere el cuerpo muerto, allí se juntarán las águilas.” (Mateo 24:23-28)
O como dice la Nueva Versión Internacional: “Porque así como el relámpago que sale del oriente se ve hasta en el occidente, así será la venida del Hijo del hombre. Donde esté el cadáver, allí se reunirán los buitres.”


¿Qué quiere decir semejante revelación? Jesús está advirtiendo a sus discípulos acerca de lo que está por acontecer en el futuro. Les dice que muchos falsos profetas se levantarán, que algunos dirán que Cristo está en cierto lugar, o que está aquí, o que está allá, o equis cosa. Pero Jesús les dice que no le crean a esas personas, porque su venida no dejará dudas, ya que será vista del mismo modo que el relámpago que sale desde el oriente hasta el occidente.


¿Dice allí ese pasaje que Cristo no será visto? No; al contrario, dice que será visible. Observe que por ninguna parte aparece la palabra “invisible”; es más, no lo pretende dar a entender siquiera, sino que dice que su venida será semejante (o igual) al “relámpago que se ve”, o como dice la Reina Valera: “que se muestra”. La palabra para relámpago es el griego “astrape”, que significa “un brillante resplandor”, y es un término que pertenece a una familia de palabras que aluden a brillo, resplandor, resplandeciente, etc., cosas que evidentemente son visibles.


La segunda venida de Cristo a la tierra es descripta a través de tres palabras griegas, las cuales son:



  • Parusía (Que se traduce por presencia o llegada)

  • Apocalipsis (Que significa revelación o descubrimiento)

  • Epifanía (Que significa aparición visible)

Ahora bien: ¿enseñó Cristo que su venida sería invisible? No; no hay texto que apoye esta teoría, aunque hay textos que sugieren enfáticamente que Cristo vendrá visiblemente.
¿Qué quiere decir la expresión “como ladrón en la noche”?



“Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas.” (2 Pedro 3:9)


Pedro en su segunda carta nos ejemplifica cómo será, entre otras cosas, la segunda venida del Señor. Fíjese que Pedro no está diciendo nada nuevo, sino que concluye el ejemplo dado por Jesús: “Pero sabed esto, que si el padre de familia supiese a qué hora el ladrón habría de venir, velaría, y no dejaría minar su casa. Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis.” (Mateo 24:43)


A través de la analogía de un ladrón, que ciertamente no avisa cuándo vendrá a robar, Jesús explica que debemos velar, porque nadie sabe cuándo vendrá el Hijo de Dios a la Tierra. Si pudiéramos resumir a una palabra la enseñanza de Jesús e el pasaje sería: “velar”. Mateo pone aquí el griego “gregoreo”, que significa velar, estar atento, mantenerse despierto, en atenta vigilancia. Pedro resume un poco más la enseñanza en una oración: “el día del Señor vendrá como ladrón en la noche”. Eso no quiere decir que vendrá invisible (porque ningún ladrón es invisible), sino que nadie sabrá el día ni la hora. Pedro no se está refiriendo al tipo de presencia que tendrá el Señor, sino que está hablando del tiempo, no de la cualidad de la misma. Fíjese que los versos 8 y 9 son introductorios, tratando el mismo tema: el momento del tiempo, el día, la hora, ese punto cumbre en la historia cuando Cristo vendrá. Pedro no está diciendo nada acerca del cómo, sino del cuando.


Sobre Lucas 17:20
Lucas 17:20,21 nos cuenta un cruce de palabras entre Jesús y los fariseos, y una enseñanza sobre su venida. Dice el texto: “Preguntado por los fariseos, cuándo había de venir el reino de Dios, les respondió y dijo: El reino de Dios no vendrá con advertencia, ni dirán: Helo aquí, o helo allí; porque he aquí el reino de Dios está entre vosotros.”


¿Qué quiere decir que no vendrá con advertencia? Lo mismo que se ha dicho en los textos anteriores! Este texto viene a confirmar lo que dice la Biblia sobre el tema: que Cristo vendrá como ladrón en la noche, ¿como es eso? Como el mismo Señor advirtió: “nadie sabe el día ni la hora…”


Vamos a desprender las palabras para entender mejor lo que el Señor enseña:
“Preguntado por los fariseos”. Jesús habla gracias a las preguntas de otros.
“…cuándo había de venir el reino de Dios”. La Biblia plenitud, una edición de estudio, comenta este verso de la siguiente manera: “En contraste con las expectativas de los fariseos, el reino no es algo externo y material, en el sentido de un dominio político, sino interno y espiritual. Está entre vosotros (v. 21) también puede ser traducido como «en medio de vosotros». Si así es, Jesús está diciendo que en Él se encarna un reino que, en su incredulidad, los fariseos no aciertan a reconocer.”


“El reino de Dios no vendrá con advertencia”. Esto quiere decir que no hace falta anunciar el reino de Dios como próximo a llegar; otras versiones vierten que no podrá observarse su llegada, queriendo decir que será invisible, pues es algo interno. Dicho de otra manera: no se habla de la venida de Jesucristo, sino del reino de Dios, tal como lo anunciaba Juan el Bautista: “El reino de los cielos se ha acercado”.


“Porque el reino de Dios está entre vosotros”. Con esta afirmación Jesús despeja las dudas acerca de lo que se está hablando: Cristo está hablando no de su segunda venida (que no había acontecido para ese entonces) sino de su primera venida, evidentemente…


Pero, aunque muy difícilmente algunos quieran relacionar este pasaje con la segunda venida (cosa que harían a la fuerza), tendríamos a consideración algunos aspectos. Si se observa bien, estos pasajes no hablan del cómo vendrá el Señor: si vendrá vestido, o desnudo, o blanco, o negro, o visible o invisible. Hablan específicamente del cuándo. La versión Internacional vierte este pasaje de Lucas así: “Los fariseos le preguntaron a Jesús cuándo iba a venir el reino de Dios, y él les respondió: -La venida del reino de Dios no se puede someter a cálculos.” Fíjese que las palabras usadas tratan de un cuándo y no de un cómo. ¡Nadie sabe con exactitud cuándo vendrá!


La palabra usada aquí, y vertida de diferentes formas como: advertencia, observación, visibilidad, etc., es el griego “parateresis”. Significa literalmente “vigilancia atenta”. Es familia de la palabra “paratereo”, que significa observar; de allí que algunas versiones han vertido observación. Pero esta palabra “observación” no traduce fielmente el mensaje, y hace que pueda ser ambigua su interpretación. No hay duda de que Jesús está hablando del Reino de Dios que opera en la vida de las personas (aún cuando la pregunta de los fariseos pueda aludir a otras cosas); pues es Jesús quien habla de la venida o presencia del reino de Dios, y dice que no vendrá con advertencia u observación, pues ya llegó, o sea, ya está aquí. ¿Cómo puede ser eso? Al parecer, Jesús estaba refiriéndose a algo de mayor envergadura que lo que precisaban los fariseos. La Biblia de las Américas, por ejemplo, traduce el texto de esta forma: “Habiéndole preguntado los fariseos cuándo vendría el reino de Dios, Jesús les respondió, y dijo: El reino de Dios no viene con señales visibles…” ¿Por qué? ¿Qué quiere decir exactamente señales visibles? Vine nos da la respuesta cuando habla de la palabra “parateresis”: “Se usa en Lc 17.20, de la manera en que el Reino de Dios (esto es, la operación del reino espiritual en los corazones de los hombres) no viene, «en tal manera que pueda ser vigilado con la vista» (Grimm-Thayer) o, como la vm: «con manifestación externa»” Vemos que Vine nos aclara un poco más el significado de esta palabra, que tiene que ver, ciertamente, con vista, pero más se refiere algo interno, más bien como a presentimiento o advertencia. Esta palabra no expresa lo que se ve con la vista, sino lo que se evidencia por otros medios, pero que puede hacer notar sus efectos. Evidentemente que no puede ser observable físicamente!


¿Qué hacer con Mateo 24?
Ya hablamos acerca de Mateo 24:27, que dice que el Hijo de Dios se mostrará de la misma forma en que se muestra un relámpago, que alumbra desde un extremo al otro. La palabra usada aquí para traducirse como “mostrar” es el griego “faino”, el cual nos cuenta Vine, “significa, en la voz activa, resplandecer; en la pasiva, ser traído a la luz, hacer evidente, aparecer”. De manera muy simple mostraré aquí lo que dice Vine de este término: “Se usa de la aparición de Cristo a sus discípulos (Mc 16:9); de su futura aparición en gloria como el Hijo del Hombre, mencionada como señal para el mundo (Mt 24:30); allí el genitivo es referido al sujeto, siendo la señal la aparición del mismo Cristo; de Cristo como la luz (Jn 1:5); de Juan Bautista (5:35); de la aparición de un ángel del Señor, bien visiblemente (Mt 1:20), o en un sueño (2:13); de una estrella (2:7); de los hombres que actúan para ser vistos públicamente; de un vapor, o neblina (Stg 4:14); de cosas físicas en general (Heb 11:3); se lo usa impersonalmente en Mt 9:33, «nunca se ha visto cosa semejante»; también de lo que aparece a la mente, y así se usa en el sentido de pensar, de parecer (Mc 14:64; Lc 24:11)”


Pero hay otra palabra clave en este verso: parousía. Este término significa literalmente presencia. Es la misma palabra que usa Pablo cuando habla de su presencia en Filipos: “Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente…” (Fil 2:12). Pablo también la usa para expresar la venida de algunos siervos: “Me regocijo con la venida de Estéfanas, de Fortunato y de Acaico, pues ellos han suplido vuestra ausencia.” (1ª Corintios 16:17). También la usa el apóstol para referirse al advenimiento del anticristo (2ª Ts 2:9), etc. ¿Qué dicen estos versos como evidencia? Que esta palabra alude a presencia, pero no a presencia invisible, como quieren hacer ver algunos.


Dicho de otra manera, el Señor declara enfáticamente que será visto; por eso es que advierte a sus discípulos a no creer todo lo que se dice acerca de su venida, porque cuándo él venga, todos lo sabrán, no dejará dudas de ello.



Aparecerá por segunda vez
Hay otro texto bien importante, que cita: “así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan.” (Heb 9:28) Aquí la palabra usada para traducirse como “aparecer” es el griego “optomai”. ¿Qué significa esto? Sencillamente expresa el ser visto, el aparecer visiblemente. Esta palabra es familia del vocablo “ops”, que significa “ojo”, y de allí se deriva la palabra “óptico”. Es un término que expresa invariablemente la visión de algo. O sea que el escritor de hebreos está diciendo que Cristo será visto por segunda vez!
Sin dejar de hablar de Tito 2:13
A pesar de las claras diferencias de este texto en la traducción NM, no podemos dejar de destacar que con este texto se habla de la venida de Jesucristo. Dice exactamente: “aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo.”
Aquí la palabra usada por manifestación, es el griego epifanía. Vine relata: “En el NT se usa: (a) de la venida del Salvador cuando el Verbo se hizo carne (2 Ti 1.10); (b) de la venida del Señor Jesús en el aire para el encuentro con sus santos (1 Ti 6.14; 2 Ti 4.1,8); (c) del resplandor de la gloria del Señor Jesús «como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente» (Mt 24.27), inmediatamente posterior a la revelación, apokalupsis, de su parousia en el aire con sus santos (2 Ts 2.8; Tit 2.13)”
¿Qué quiso decir Pablo?
El apóstol Pablo habla en un pasaje con mucho detalle acerca del rapto. El texto dice: “Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.” (1ª Ts 4:17)
¿Tendría Pablo la idea de un Cristo invisible al cual sus discípulos estarían buscando ansiosamente por las nubes? La palabra que usó el apóstol y se traduce como “recibir”, es el griego “apantesis”, la cual significa recibir o reunión. Es la misma palabra usada por el Señor en mateo 25:6 cuando dice: “Y a la medianoche se oyó un clamor: ¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle!” Esta palabra por supuesto que no sugiere un encuentro o reunión con algo invisible. Es más, por ninguna parte se halla que los apóstoles tuvieran esa idea.
Todo ojo lo verá
Para nadie es un secreto el texto de Apocalipsis donde se dice que todo ojo verá al Señor. Dice textualmente: “He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él.” (Ap 1:7)
Es obvio que cuando dice que “todo ojo”, es porque “todo ojo” podrá ver al Señor; y no se trata aquí de vista espiritual ni nada por el estilo. Esto viene en cumplimiento de una visión profética dada al profeta Zacarías, el cual escribió por inspiración del Espíritu Santo: “Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito.” (Zacarías 12:10) Pero, ¿quién es éste al que traspasaron? unos versos más adelante nos da la respuesta: “Y le preguntarán: ¿Qué heridas son estas en tus manos? Y él responderá: Con ellas fui herido en casa de mis amigos.” (13:6). Aquí cualquiera me puede decir que esta profecía no se refiere al Señor Jesús, o que esto no prueba que su presencia sea visible. Pero recordemos que venimos hablando de Apocalipsis 1:7, un texto que viene a confirmar lo dicho por Jesucristo: “Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra; y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria.” (Mt 24:30) Obsérvese que dice que los que le traspasaron harán lamentación (Ap 1:7), y que lo mirarán a él, a quien traspasaron, llorando como se llora por un unigénito; y luego, nos dice que todas las tribus de la Tierra lamentarán cuando vean al Señor venir sobre las nubes. ¿Lo veremos o no? ¿Se afligirán unos o no? Llorarán otros o no? ¿Y quién vendrá? ¿Quién será visto? El Rey de Reyes y Señor de Señores, que vuelve a la Tierra. ¡¡Aleluya!! ¿Por qué? Porque, “Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo.” (Hechos 1:11)
Hay quienes afirman que nadie le verá porque, como dice Apocalipsis 1:7, “vendrá con las nubes”. Estos arguyen que las nubes impedirían la visibilidad del Hijo de Dios. Pero, la Biblia nunca se contradice, y los textos paralelos sirven para reafirmar y complementar las enseñanzas. Fíjese que hemos citado Apocalipsis 1:7 conjuntamente con Mateo 24:30, ya que el texto es paralelo, y allí también se nos hace mención de las “nubes del cielo”. No podemos decir que Jesús vendrá metido dentro de una nube (como para ser invisible), ni que la nube, por una u otra causa hará imposible que veamos a Jesucristo, porque, de ser así, no diría que todo ojo le verá. Y, no obstante, Jesús vendrá encima de las nubes, o sea, que podremos verlo. Las personas que creen esta mentira simplemente afirman que hay que creer en un “supuesto”, o en una interpretación simbólica o interpretativa (acerca de la nube) que seguir fielmente el contenido del texto. Simplemente cuando leemos tenemos la respuesta; no hay que buscar interpretaciones que simplemente distorsionan la enseñanza clara de la Palabra de Dios. Sencillamente hay quienes le dan más importancia a la nube que a Jesucristo…

“Todavía un poco, y el mundo no me verá más…” (Juan 14:19)
Hay otro texto que usan algunos sectarios para expresar y es Juan 14:19. Aquí el Señor dice que el mundo no le verá más, y con esto tratan de cerrar el caso: no será visto, y punto! Pero si el lector se adentra en el texto, y luego de allí formula sus doctrinas, una nueva luz obtendrá de este versículo.
Textualmente, el verso dice: “Todavía un poco, y el mundo no me verá más; pero vosotros me veréis; porque yo vivo, vosotros también viviréis.” Observe que Jesús dice que el mundo no le verá, pero ellos, sus discípulos, sí le verán, ¿qué quería decir con eso? ¿Se da cuenta que hay una distinción entre ser del mundo y ser discípulo? Los sectarios dicen con total ignorancia que nadie, absolutamente nadie verá nunca más al Señor, pero este texto dice que los discípulos sí le verían. Ahora, ¿qué verían? O, mejor dicho, ¿cuándo le verían? Es interesante que la palabra para ver usada en este pasaje es el griego “theoreo”, y aunque se traduce como ver, significa más contemplar; es una palabra que no hace alusión de lo que se está viendo, sino de lo que siente la persona que ve, es decir, si un hombre que esté viendo el mar se describe con esta palabra, se estaría refiriendo más al placer del hombre por contemplar al mar que en el objeto mismo. Vine nos da una explicación más rebuscada y dice: “theoreo (2334), denota ser un espectador de, indicando el cuidadoso examen de los detalles del objeto observado. Señala, de manera especial la acción de la persona que contempla…” Y no obstante, esta palabra se usa dos veces en este pasaje! ¿Qué quiere decir esto? Jesús dice que el mundo nunca más tendrá el privilegio de verlo aquí, pero ellos, los discípulos, sí tendrían ese privilegio de verlo. Fíjese que Jesús no está hablando en relación a su segunda venida, sino de su continua presencia en la vida de sus creyentes. El contexto es muy claro, pues Jesús viene hablando del Consolador, que enviaría a sus discípulos, de que de ahí en adelante “otro Consolodaror” estaría con los creyentes, pero que él, Jesús, ya no sería visto (evidentemente porque su ministerio terrenal estaba próximo a su fin). Por eso es que el mundo, la gente que no conoce a Dios y vive rebelde a él, no disfrutaría más de tenerle cerca, pero sus seguidores evidentemente que sí. Por eso es que al profundizar en un pasaje uno obtiene mucha luz sobre el mismo; y gracias a ello es que se establecen las debidas doctrinas. ¿Dice el pasaje que Jesús se refería a su segunda venida? ¿Qué nunca más sería visto con respecto a su segunda venida? Otra vez las sectas se han equivocado grandemente, y para muestra, todo este artículo testifica contra ellas.
Por tales motivos, podemos estar confiados de que veremos al Señor, y como escribió el apóstol Pablo: seremos transformados en un abrir y cerrar de ojos, y encontraremos al Señor en el aire. Por eso la eterna Palabra de Dios testifica: “El que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente vengo en breve. Amén; sí, ven, Señor Jesús.” (Ap 22:20)

Cristo, la forma de Jehová

Por Eugenio Danyans


El que me ha visto, ha visto al Padre; ¿Cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre?
Juan 14:9


¿Afirmó Pablo que Cristo era Dios ya antes de su Encarnación?
El apóstol Pablo, escribiendo a los Filipenses acerca del estado de Cristo antes de su encarnación, afirma en su carta que, «siendo en forma de Dios, no tuvo por usurpación ser igual a Dios». ¿Qué quiso decir exactamente con estas palabras? Según los «Testigos de Jehová», que Cristo no pretendió ser Dios, no quiso usurpar a Dios su divinidad haciéndose igual a El.
Pero un examen no prejuzgado del texto revela precisamente lo contrario. Cualquier lector que considere dicho texto sin prejuicios, descubrirá que lo que Pablo afirma es lo que leemos en la antigua versión de Valera: EL SER IGUAL A DIOS, CRISTO NO LO CONSIDERO UNA USURPACION, PORQUE YA ERA DIOS. Y esto no lo decimos nosotros: es lo que escribió el apóstol.

La versión revisada de 1960 lo pone en estas palabras:
«El.cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios, como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo.»
Esta versión relaciona el versículo 6 con el 7, haciendo de ambos un solo argumento: Cristo, siendo en forma de Dios, no se empeñó en mantener aquel sublime estado divino, rehusando entrar en su kenosis (vaciamiento), sino que se prestó voluntariamente a tal sacrificio en nuestro favor. [1]

Pero los «Testigos de Jehová», cambiando sin escrúpulo alguno las palabras del texto original, lo traducen de la siguiente manera: «Retengan en ustedes esta actitud mental que también hubo en Cristo Jesús, quien, aunque existía en la forma de Dios, no dio consideración a un arrebatamiento, a saber, que debiera ser igual a Dios.»

¿Puede existir mayor osadía que ésta de hacer decir a un texto bíblico exactamente al revés de lo que dice? Examinemos ahora el texto original palabra por palabra, sin añadirle palabras adecuadas a algún dogma preconcebido, sino aceptando llanamente lo que dice. En Filipenses 2:6 leemos: «Os en morphe Theou uparkhon ouj arpagmon egesato to einai isa Theo.»
El análisis de estas palabras nos dará la razón por sí mismo de cada una de ellas. Veamos. En primer lugar, ¿por qué se usa esta expresión «en forma de Dios»? porque antes de venir a la tierra Cristo ya existía en su esencia divina. Nótese cuán claramente dice el texto que Jesús ERA y ES IGUAL A DIOS. Si Cristo forma parte de la Deidad era natural que existiera en forma de Dios. ¿Y qué forma tiene Dios?

En colosenses 1:15 leemos:
“Él (Cristo) es la imagen del Dios invisible”. Pablo, en 2 Corintios 4:4, afirma también que Cristo es la imagen de Dios. Y en Hebreos 1:3 se nos dice que es el “resplandor de su gloria y la imagen misma de su sustancia”.
Quizá la idea bíblica cobra may
or significado en nuestros días, cuando la Física nos ilustra le sentido de la palabra “imagen”. Nosotros sólo percibimos los objetos que están fuera de nosotros y a cierta distancia por la imagen que se dibuja en la reinta del ojo. El objeto, repetimos, está fuera de nosotros; la imagen, dentro.
Al pensar en Dios, un Dios trascendente, ¿cómo nos lo representaríamos? ¿Cómo lo veríamos? Nuestro anhelo de que pudiera manifestarse “en nosotros” de alguna manera y pudiéramos captar su imagen, halla respuesta en el hecho glorioso de la encarnación del Verbo. Cristo, imagen de Dios ¡Y qué imagen! Emmanuel, Dios con nosotros.

El término griego “eikon”, imagen, significa: semejanza, imagen reflejada en el espejo, descripción personal, representación viva, imagen mental, concepto, arquetipo, modelo, realidad arquetípica y eterna, expresando la realidad esencial de una cosa, la real y esencial incorporación, identidad de naturaleza. Implica también la reproducción del carácter del original y una identificación de naturaleza entre los dos: la imagen y el original.
En cambio, la palabra que en griego se usa para expresar la idea de semejanza, similaridad, figura, parecer externo, es “homoioma”.

En el seno de nuestra raza humana Cristo viene a ser “la imagen” visible del Dios invisible, el revelador por excelencia de Aquél a quien los hombres habían buscado palpando sin llegar a conocerle. No es de extrañar que Jesús dijera al desconcertado Felipe: “¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre” (Juan 14:9).

«UPARKHON». - Existiendo, preexistiendo, subsistiendo. Es el participio presente del verbo «uparkho», un participio activo en el que la noción del tiempo no interviene.
Y aunque, en efecto, en su sentido primario quiere decir «comenzar o «empezar, aquí adquiere un significado secundario, pues el uso del participio presente indica continuidad perpetua, expresando la idea de «ser o existir, o sea: «SIENDO O EXISTIENDO EN ESENCIA Y EN MANIFESTACION DE DIOS», sin ninguna idea de empezar o terminar, ya que si se quisiera señalar que tuvo principio, se hubiera usado el pretérito o aoristo griego.
Literalmente, pues: existo, estoy presente, soy desde el principio tal esencia por naturaleza, como en Hechos 17:24: «El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo (UP ARKHON) Señor del cielo y de la tierra.»

De hecho esta expresión de Filipenses 2:6 es el equivalente del «kai Theos en ho Logos», «y Dios era el Verbo», de Juan 1:1, donde «era», «en», también implica continuidad, sin principio ni fin. Pablo aquí está hablando como «un momento» de la eternidad, Y nos dice que en el momento de llevar a cabo la redención y su humillación, Cristo no quiso mantener la externa manifestación majestuosa del Dios del Sinaí, sino que en vez de retener su posición -no su naturaleza- se desprendió de ella. Así, «os en morphe Theou uparkhon», quiere decir: «SIENDO ESENCIALMENTE Y MANIFIESTAMENTE DIOS.»

«MORPHE». - Todo gira alrededor de esta palabra Y de su significado, palabra que se traduce «forma», pero cuyo uso aquí tiene un sentido más amplio. Según Thayer en su Léxico del Nuevo Testamento Griego-Inglés, significa: «la forma por la cual una persona o cosa afecta la visión óptica; es decir, la apariencia externa de dicha persona o cosa». Esto es cierto. Pero no agota toda la interpretación.

Porque en griego el vocablo «morphe» no significa solamente el parecido externo de una cosa, sino que dicho término indica también la naturaleza o el carácter que describe o presenta el ser a quien pertenece dicha apariencia; es decir: la esencia de la vida interior de la apariencia externa de esa misma cosa, lo que hace que un objeto tenga su esencia específica «húle»: «morphe», de donde procede la palabra «Hilemorphismo»).

Por lo tanto, siendo la palabra «forma» en griego equivalente a «naturaleza», se usaba en el sentido de expresar una realidad interna, y de ahí que, sinónimamente, los padres de la Iglesia identificaban «morphe» con el vocablo «ousia», término que también significa «esencia».
De todo esto se saca en claro que Cristo es Dios porque El existía eternamente en su forma de Dios. Su existencia en la forma divina es el hecho que prueba que El era y es la Deidad misma por esencia y naturaleza, por cuanto literalmente la expresión griega «morphe», «forma», en la pluma de Pablo, tiene el sentido de «esencia en manifestación», lo que es algo; por esto quiere decir: «ver a Dios manifestado en Cristo en la carne», indicando su uso aquí que ambos eran verdaderamente iguales en esencia y en manifestación, es decir, que CRISTO ERA DIOS VERDADERAMENTE Y MANIFIESTAMENTE.

Por ejemplo: sabemos que cualquier artículo se nombra según su forma. Especificando un poco más: un reloj es un reloj porque tiene la forma estructural de un reloj. El mismo material pudo ser empleado para formar otro objeto. Si éste hubiese sido el caso, la forma hubiera sido otro objeto y no un reloj; por lo que cuando se afirma que una cosa tiene la forma de cierto objeto, se afirma que es el objeto mismo.

En consecuencia, pues, cuando Pablo afirma que Cristo estaba en la forma de Dios, afirma, sin dar lugar a duda alguna, que El era y es Dios. En efecto: si al decir que Cristo tomó «forma (MORPHE) de siervo, hecho semejante a los hombres'!> (Filipenses 2:7), se quiere indicar que Jesús era realmente siervo y verdadero hombre, entonces también la expresión «forma» (MORPHE) de Dios» equivale, de la misma manera, a declarar que Cristo es Dios.
Por lo tanto, cuando el gran apóstol de los gentiles enseña que Cristo Jesús existió en la forma de Dios, la idea de deidad está implícita intrínsecamente en el término «morphe», porque observamos que «la forma de una cosa es el modo en que se revela, y eso está determinado por su naturaleza». Hace muchos siglos que Juan Crisóstomo, uno de los padres de la Iglesia, dijo que «no es posible ser de una esencia y tener la forma de otra persona u objeto». Cristo existió en la forma de Dios porque El es Dios; Pablo está afirmando, pues, claramente que Jesús era y es el igual de Dios. [2]

«ARP AGMON». - Una cosa retenida con avaricia y ansia, con rapiña, de que se aproveche con celo y avidez. Algo que se ha robado injustamente o la acción de arrebatar con rapiña una cosa, robar algo ajeno por la fuerza (Mateo 11:23; 13:19). Es decir: que el ser igual a Dios no lo consideró un robo o una usurpación.

¿Y por qué Cristo no tuvo por usurpación ser igual a Dios? Pues por la sencilla razón de que El no usurpaba nada de Dios. Todo lo que tenía y tiene Dios lo tiene Cristo, porque El es Dios. Sí, efectivamente: Cristo es divino. No era un ángel ni un hombre que aprovechándose de las circunstancias pretendió ser Dios, engañando a los hombres y usurpando a Dios su divinidad. Por tanto, este hecho de ser igual a Dios no lo consideró como cosa que debía de «retener» o «aferrarse a ella», no era un robo, un acto de rapiña lo que hacía, porque El era y es en verdad como una de las Personas de la Trinidad.

Literalmente la idea teológica de Pablo es que Cristo, «teniendo la naturaleza de Dios, no reputó codiciable tesoro mantenerse en su posición de Deidad majestuosa, no lo consideró como una presa arrebatada, no fue por usurpación, sino por esencia, el ser igual a Dios». Tal vez la estructura gramatical del texto permitiera traducirlo mejor así: «EL CUAL, SUBSISTIENDO EN LA ESENCIA DE DIOS, NO SE AFERRO AL SER IGUAL A DIOS; NO QUISO RETENERSE A RECIBIR LOS HONORES PROPIOS DE SU DIVINIDAD EN BENEFICIO PROPIO.»

«EKENOSEN». - Ahora bien: leemos en el versículo 7 que Cristo «se anonadó», «se humilló», «se vació», «se despojó», «se desprendió», «se negó a sí mismo» (la expresión original griega es: «euaton ekénosen»). O sea, que en su humillación o anonadamiento, Cristo no quiso conservar su igualdad divina, sino que se despojó de ella y asumió la forma humilde de un siervo.
En efecto, nosotros preguntamos: ¿De qué se anonadó? ¿Por qué lo hizo Jesús? Pues precisamente porque era divino. De lo contrario, ¿de qué se vaciaba? ¿De qué se despojaba? Es evidente, pues, que su humillación presuponía desprenderse de su gloria, dignidad y grandeza que tenía antes de su encarnación. ¿No es verdad que si el Señor hubiese sido una criatura creada, ángel u hombre, no hubiera tenido que anonadarse' a sí mismo ni le habría sido necesario desprenderse de nada? Pero, en cambio, sí necesitaba hacerlo el Ser divino que iba a aparecer entre los hombres como un ser humano.

Por otra parte, si Cristo no hubiese sido infinitamente más que un ser creado, no hubiera sido un acto de renunciamiento haber llegado a ser siervo, porque según la falsa doctrina russellista, El ya lo era. Nunca podría haber surgido de semejante condición. El más elevado ángel del cielo, no sólo no puede abajarse hasta llegar a ser siervo, sino que ya es un servidor y no puede llegar a ser otra cosa. Sin embargo, el hecho de que el Señor Jesús se humillara a Sí mismo, y hasta la muerte de cruz, es prueba evidente y positiva de que El no es un ser creado; de que no es un mero hombre, sino Dios sobre todas las cosas, bendito para siempre (Romanos 9:5).
Pero, aun en SU maravillosa humillación, El no renunció a sus atributos gloriosos como Persona Divina: El los escondió debajo de su vestidura humana y los exhibió cuando la ocasión lo demandó.

El lenguaje divino de Cristo
Es cierto que algunas veces Jesús expresó limitaciones de carácter humano, como cuando dijo: «El Padre mayor es que yo» (Juan 14:28); o bien: «Del día ni la hora nadie lo sabe; ni aun el Hijo, sino el Padre (Mateo 24:36), o cuando exclamó en Getsemaní: «Si es posible pase de mí este vaso»; y en la cruz: «¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has desamparado?» Pero todos comprendemos que Jesús estaba hablando desde un punto de vista humano (durante su temporal kenosis voluntariamente asumida por amor a nosotros), pero no porque El no poseyera, como Verbo divino, la omnipotencia, la omnipresencia y la omnisciencia, aun durante su temporaria manifestación carnal.

Así, leemos aun en los mismos sinópticos (donde algunos piensan hallar menos pruebas de la divinidad de Cristo que en el Evangelio de Juan) frases tan eminentemente divinas como: «Donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos» (Mate o 18:20). No «yo estaré», sino «estoy», en tiempo presente. ¡Qué extraña debería sonar esta palabra a oídos de sus primeros discípulos!; pero nosotros comprendemos bien su profundísimo significado. También leemos en Juan 2:25 «y no tenía necesidad de que nadie le diese testimonio del hombre, pues El sabía lo que había en el hombre.»

La conversación de Jesús con Nicodemo está repleta de autoridad, majestad y omnisciencia divina. Basta con notar la declaración: «De cierto de cierto te digo que lo que sabemos (plural que nos recuerda el de Génesis 1:26) hablamos, y lo que hemos visto testificamos Y no recibís nuestro testimonio. Si os he dicho cosas terrenales y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales? Nadie subió al cielo sino el que descendió del cielo, el Hijo del hombre que está en el cielo» [3]. Ciertamente, Jesús hizo claras alusiones a su omnipotencia, omnipresencia y omnisciencia mientras estuvo aquí en la tierra, y varias veces las reveló ante los hombres.


[1] El texto de Miqueas 5:2, que consideramos en el cap. XXII de este libro, nos aclara mucho el profundo significado de esta declaración paulina. Parece que el Verbo revelador de la divinidad invisible había hecho manifiesto a Dios muchas veces, desde los días de la eternidad. pero en ninguna de sus anteriores theofanías se había identificado tan profunda e intensamente con una raza creada como lo hizo en favor del hombre al tomar carne humana, haciéndose siervo el que era Señor de todo.

[2] «Cara a cara hablaré con él, y claramente, y no por figuras; y verá la APARIENCIA de Jehová» (Números 12:8). La versión griega de los Setenta traduce: «... y verá la FORMA -"morphe"de Jehová». Por tanto, ¿qué quiso significar Pablo cuando escribióque Cristo existía ya en FORMA de Dios? Cuando Moisés habló con Dios, vio la FORMA de Jehová. Pero si Cristo ya existía en FORMA de Dios, preguntamos: «Cuál fue la FORMA que vio Moisés? ¿La de Jehová Dios o la de Cristo Dios? Apelamos al buen sentido interpretativo del lector, confiando en que no le será demasiado difícil hallar la verdadera respuesta. La palabra que en griego se usa para indicar forma en el sentido de aspecto exterior y accidental es «skema».

[3] Aun cuando esta última frase, «que está en el cielo:\), no se encuentra en algunos manuscritos, es interesante observar que, desde el punto de vista gramatical, al decir Jesús «subió:\) antes que «descendió:\), y teniendo en cuenta que habla así con anterioridad a su ascensión al cielo, es evidente la implicación de que aquí no se trata de un ascenso físico, no se refiere a su ascensión corporal; y, por tanto, no cabe más que la idea de una presencia actual en los cielos mediante la cual podía Cristo dar testimonio de primera fuente de los misterios celestiales que estaba revelando a Nicodemo.

En todos los pocos casos de omisión del texto evangélico en manuscritos antiguos cabe siempre preguntarse si ello significa ausencia del texto en los originales, y por tanto interpolación, o bien una omisión de algún copista transmitida por los sucesivos. Tal omisión puede ser debida a un olvido involuntario, o bien voluntario, debido a ideas heréticas del copista o por parecerle demasiado misteriosa e incomprensible para los lectores el párrafo o palabra en cuestión. Es mucho más fácil, empero, la omisión involuntaria de alguna palabra o frase (y esto lo saben muy bien los actuales linotipistas que sustituyen a los pacientes escritores manuales de la antigüedad) que la interpolación, siempre voluntaria, por parte de aquellos escritores que tanto respeto tenían por los preciosos volúmenes que con veneración llamaban «Memorias de los Apóstoles:\), que hasta algunos daban sus vidas para conservar tales manuscritos.

Por tales razones, ninguna omisión es argumento decisivo mientras el texto se halle en otros manuscritos, o en la mayoría: y por esto los editores bíblicos de todas las iglesias cristianas, sin excepción, no dudan en publicarlos, aun cuando hagan la observación de ausencia en ciertos manuscritos en nota al margen. Esta consideración se aplica, al igual que a la citada frase, a 1.a Juan 5:8, que los «Testigos de Jehová» aducen como prueba en contra de la doctrina de la Trinidad; así como a Marcos 16:9-19, a Juan 5:4, a Mateo 16:18-19, etc. Lo cierto es que la omisión de una frase o porción, en algunos manuscritos, no es ninguna prueba concluyente de doctrina. El sentido general del contexto, las referencias paralelas, o sea el conjunto de enseñanza de la Sagrada Escritura, es lo que tiene autoridad para fijar el sentido del pasaje, y en este caso la expresión «que está en el cielo:\) es bien lógica y parece desprenderse de todo el contexto. La expresión paralela: «Allí estoy yo en medio de ellos», de Mateo 18:20, que indica igualmente omnipresencia, no se halla omitida en ningún manuscrito.

¿Existe el Purgatorio?


Por Thomas Heinze

La Biblia nunca habla de un lugar adonde uno puede ir para ser purificado de su pecado. Más bien habla de una Persona a quien podemos acudir para ser purificados: Jesucristo. Dios nos dice que quienes rehusan confiar en Cristo para ser limpiados de sus pecados, son condenados: El que cree en él no se pierde; pero el que no cree ya se ha condenado, por no creerle al Hijo Unico de Dios (Juan 3:18). Hay sólo dos posibilidades de elección: El que cree al Hijo vive de vida eterna; pero el que se niega a creer no conocerá la vida, siendo merecedor de la cólera de Dios (Juan 3:36; vea también Apocalipsis 20:15; Lucas 16:19-31, especialmente el versículo 26). Cualquiera que acepte a Cristo es salvado completamente: Ahora, pues, se acabó esta condenación para aquellos que están en Cristo Jesús (Romanos 8:1). Al decir que no hay condenación, ciertamente elimina las llamas del purgatorio.


Otro pasaje que claramente excluye la idea del purgatorio es: No me acordaré más de sus errores ni de sus pecados (Hebreos 10:17). Si, como dice la Biblia, Dios no se acuerda de los pecados de quienes están en Cristo, entonces El no los castiga por esos pecados. De lo contrario, significaría que Cristo no pagó completamente por ellos, y que Dios el Padre todavía los recuerda (vea también Romanos 5:8-11; Hebreos 10:14-18; Salmos 103:12).


El que no cree que Cristo le ha salvado por completo, no ha confiado totalmente en Cristo para que lo salve. Es decir, no cree que el sacrificio de Cristo haya pagado por todos sus pecados, y piensa que él mismo debe pagar por algunos de ellos. Sin embargo, somos salvos cuando dejamos de confiar en lo que podemos hacer, y confiamos en Cristo para que nos salve.


La idea de que el sacrificio de Cristo no es suficiente para limpiarnos de todos nuestros pecados condenaría a un gran pecador -como el ladrón que fue crucificado al lado de Cristo- a sufrir por largo tiempo en el purgatorio, ¡o quizá por toda la eternidad en el infierno! Pero, no hay nada que no haya sido cubierto por la muerte de Cristo en la cruz. Cuando el ladrón puso su confianza en Cristo, éste le dijo: En verdad, te digo que hoy mismo estarás conmigo en el paraíso (Lucas 23:43).


Si existiera el purgatorio y la misa ayudara a la gente a salir de él, los ricos tendrían gran ventaja al poder pagar misas para acortar su sufrimiento. Los pobres, en cambio, dependerían de la misericordia de algún sacerdote que dijera ocasionalmente una misa gratis por ellos. Un ex-sacerdote escribió: "Si realmente creyéramos que la misa salvaría a la gente de las llamas del purgatorio, ¿haríamos que pagaran por ello? Yo salvaría aun a un perro si viera uno en un incendio, y ¡ni siquiera se me ocurriría pedir que me pagaran!"


Evidentemente el purgatorio fue una idea pagana. Virgilio, poeta latino pagano que vivió de 70-19 a.C., en sus escritos separó las almas de los muertos en tres diferentes lugares: Uno para los buenos, otro para los condenados, y un tercero donde los que no eran tan malos podían pagar por sus pecados. Puesto que la idea del purgatorio existió fuera de la iglesia antes de que se introdujera en la iglesia, es probable que fuera incluida por medio del contacto con paganos como Virgilio. En la iglesia hubo una gran intromisión de ideas no bíblicas alrededor del año 300 d.C., cuando el emperador romano Constantino aceptó muchos paganos como miembros de la iglesia.
En todo caso, la Biblia no menciona el purgatorio. Sin embargo, algunos tratan de hacer que la idea suene bíblica refiriéndose a 2 Macabeos 12:41-45, uno de los libros apócrifos escritos entre los períodos del Antiguo y del Nuevo Testamento. Estos libros nunca fueron aceptados como parte del Antiguo Testamento hebreo, ni son citados en el Nuevo Testamento, pero están incluidos en la Biblia católica, aunque generalmente con una explicación de que pertenecen a una categoría de menor inspiración. Aparte de este pasaje en 2 Macabeos, la Iglesia Católica usa muy poco los apócrifos para apoyar una posición doctrinal.


Es importante notar que este pasaje en ningún momento habla del purgatorio, sino que en realidad condena la idolatría, particularmente la práctica de usar pequeñas imágenes en una cadena o collar. Después de una batalla se descubrió que algunos soldados hebreos llevaban estos objetos; cuando sus compañeros los vieron, se dieron cuenta de que habían muerto en el pecado de la idolatría. Ellos entonces aconsejaron que se orara por sus almas. La posición católica romana es que la oración por ellos habría sido innecesaria si hubieran estado en el cielo, e inútil si hubieran estado en el infierno; por tanto, debe haber otro lugar. La lógica parece buena, pero el resultado contradice la clara enseñanza de la Escritura inspirada. Ciertamente, es un argumento muy débil contradecir la Escritura inspirada con una respuesta filosófica, basada en una inferencia aparente de los libros apócrifos. La misma palabra "apócrifos", que proviene de la palabra griega que significa oculto, ha llegado a tener el significado de "falso" o "de dudosa paternidad literaria".

¿Es Lícito Orar a Jesucristo?

Por Juan Valles
Una de las razones para entender la absoluta Divinidad de Jesucristo y su consecuente igualdad con el Padre es mediante la observancia de la oración.

A través de los siglos los seres humanos han levantado su corazón y elevado su deseo más allá de lo imaginable, poniendo sus planes y deseos más profundos en las manos de Dios. Con razón el salmista declara: “Por esto orará a ti todo santo en el tiempo en que puedas ser hallado…” (Sal 3:6) Y el apóstol nos dice: “Orad sin cesar” (1Ts 5:17).

Pero uno de los hechos más destacables de la Escritura es ver cómo Jesús recibe y prospera nuestras oraciones. Sin duda habrá quien no crea en ello, y aun quien discrepe de esta práctica, pero a razón de que las oraciones van dirigidas a Dios, y Jesucristo no es sino el Dios y Señor de los cristianos, ¿qué problema puede haber?

En el libro de los hechos capítulo 7, verso 59, hallamos la primera oración hecha a Jesucristo. En una escena única vemos a Esteban, el primer mártir cristiano elevando sus más preciados deseos a la disposición de su Fiel Cumplidor, y ante el desprecio y el martirio padecido, podemos contemplar su grandiosa petición: “Y apedreaban a Esteban, mientras él invocaba y decía: Señor Jesús, recibe mi espíritu.”

Fíjese que Esteban no está pidiendo cualquier cosa. Cuando Jesús, en su condición humana, moría sobre la cruz, oró al Padre diciendo: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.” (Lc 23:46). Pero este tipo de peticiones no se hacen a cualquiera. Si no se tiene la clara convicción de que el receptor de la oración será quien ejecute la obra, entonces no se hace, y Esteban la hizo directamente a Jesús. Sin duda, esto es terreno santo para los sectarios y herejes quienes deben pasar descalzos sobre este tema.

Más adentrados en la historia de la iglesia cristiana, encontramos a Ananías, un siervo del Señor a quien el mismo Jesucristo se le aparece, y le dice: “Ananías. Y él respondió: Heme aquí, Señor. 11Y el Señor le dijo: Levántate, y ve a la calle que se llama Derecha, y busca en casa de Judas a uno llamado Saulo, de Tarso…” (Hch 9:10,11). La respuesta de Ananías es fascinante: “Entonces Ananías respondió: Señor, he oído de muchos acerca de este hombre, cuántos males ha hecho a tus santos en Jerusalén; y aun aquí tiene autoridad de los principales sacerdotes para prender a todos los que invocan tu nombre.” (v.13,14)

¿Nota Usted lo que dijo Ananías? Léalo de nuevo: “…para prender a todos los que invocan tu nombre.” ¡Los que invocan a Jesucristo! Este texto nos revela que los primeros cristianos invocaban el nombre de Jesucristo!

Buscando una definición para el término invocar, un conocido diccionario bíblico agrega lo siguiente:
“Acción de clamar a Dios reconociendo sus atributos de perfección. La primera vez que aparece este término en la Biblia es en Gn 4.26, y significa que las personas buscaron la protección divina porque conocían el nombre, es decir, el carácter de Dios. En el Nuevo Testamento se invoca a Jesucristo, reconociéndolo como Salvador y Señor (Ro 10.13).” [1]

Hay unos textos que tienen que ver mucho con esto de invocar, y que expresan la igualdad existente entre el Padre y el Hijo (Jesucristo). El profeta Joel establece: “Y todo aquel que invocare el nombre de Jehová será salvo…” (Jl 2:3). Esto es muy cierto, pues Jehová es el Dios Eterno que promete salvarnos de cuanto peligro nos circunde, como lo dice todo el Antiguo Testamento. Pero lo que sorprende no es eso, sino que Pablo, a sabiendas de la igualdad entre el Jehová del Antiguo Testamento y Jesucristo, nos agrega: “porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo…” (Ro 10:13) y esto lo dice en alusión a Jesucristo, de quien viene hablando en su carta. ¿Se habrá equivocado Pablo? ¿Estaría inventando una nueva doctrina? Hay quienes alegan que Pablo no quiso decir eso, pues Jesús claramente enseñó que oráramos “Padre nuestro que estás en los cielos…”. Entonces, de ser así, Pablo debió estar en un error. ¿Habrá posibilidad de eso? ¿sería un error del traductor? Si revisamos un poquito, podemos ver que Pablo sabía lo que decía: “Pero el fundamento de Dios está firme, teniendo este sello: Conoce el Señor a los que son suyos; y: Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo.” (2Tim 2:19) Ahora, llegando a considerar que Pablo se equivocó, también Pedro lo hizo, pues en la primera predicación de Pedro, él mismo citó el texto de Joel diciendo: “Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo…” (Hch 2:21), y la alusión la hace a Jesucristo, a quien unos versos más adelante lo identifica como el Señor de esa profecía!

Obviamente los discípulos obedecían al Señor Jesús que dijo: “Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré…” (Jn 14:14) en clara alusión a que pidiéramos directamente a Él, pues Él mismo prosperará nuestra petición…

Entonces, ¿a quién invoca usted…?

Un Hereje llamado Tito Martinez



En internet hay un foro amarillista, patético y grosero, no por quienes frecuentan comentar allí, sino por el administrador y moderador del mismo, un fanático de nombre Justo Martínez, mejor conocido como "Tito Martínez".


El foro se denomina cristiano, y aunque libremente puede escribir allí, el llevarle la contraria a las doctrinas del administrador es causa de recibir insultos e improperios, los cuales para él son perfectamente bíblicos. A continuación cito algunos de ellos:






  • Y respecto al resto de lo que has dicho, son solo idioteces y mentiras de una necedad impresionante. Ya veo que no puedes rebatir NADA de lo que he dicho en mis anteriores mensajes. Ver


  • Realmente hay que ser un embustero descomunal para decir que ese pasaje de Pedro habla de un futuro "reino milenial de Cristo". Ese pasaje está hablando de la entrada en el reino ETERNO de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. ¿Donde dice "reino de mil años?, ¡en ninguna parte!, usted en lugar de ser un "titulado en teología" más bien es un analfabeto bíblico integral que no sabe ni leer... A ver, analfabeto titulado, ¿que dice ese pasaje?... Ver


  • no hace falta que me contestes, yo te diré por qué: porque sabes que MIENTES, y que eres un pendejo calumniador... Ver


  • El mirandista Williams ha dicho que el falso cristo Miranda ya no se atreve a debatir en audio mañana viernes conmigo... lo sabía, estaba seguro que ese puerco que se hace pasar por Dios y por Jesús no se atrevería a debatir mañana viernes conmigo a través del skype. Esto demuestra sin ninguna duda que ese puerco malnacido es sencillamente un embustero, un cobarde, un hijo del diablo que se caga en los pantalones cuando le retan a un debate doctrinal serio. Se cagó el otro día en los pantalones, cuando no se atrevió a ponerse al micrófono para hablar conmigo, y ahora se ha cagado otra vez en los pantalones, diciendo que ya no quiere debatir conmigo el viernes... Williams, tu eres solo un pobre descerebrado mental, seguidor de un cagao embustero e impostor que se hace pasar por Dios y por Jesús, y por esa mentira apestosa vas a ir al mismo lugar de destrucción donde irá tu falso dios Miranda... ya fuiste avisado y se te mostró toda la verdad en estos siete debates en audio que he tenido contigo. Ver


Estas son apenas algunas referencias que tomé al azar. Nadie que sea cristiano estaría lanzando semejantes improperios, maldiciones, etc., a su prójimo. Santiago 3:10 dice "De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así." Pablo fue tajante cuando dijo: "bendecid, y no maldigáis" (Ro 12:14). Puede que alguien no esté de acuerdo con mi enseñanza, pero eso no da pie para maldecir a nadie. Y no sólo se nos exhorta a no maldecir, sino a bendecir. Eso parece estar muy lejos del corazón del señor Martinez, y hasta perjudicial, porque él recibirá lo mismo que estará dando: dad y se os dará...

Una de las doctrinas que Tito Martinez defiende es la del henoteismo, doctrina que choca literalmente con el trinitarismo, afirmando la existencia de un Dios Principal, Jehová, y muchos dioses donde Jesucristo es uno de ellos. Tito afirma que Jesús es Dios, preexistente, pero nunca igual a Jehová Padre. Jesús dice categóricamente: "El padre y yo, uno somos" (Jn 10:30), destacando con ello no la conformidad ni singularidad de pensamientos e ideas, ni la igualdad de propósito, sino la igualdad de naturaleza. Cuando Jesús dice que antes que Abraham, él es (Jn 8:58), no está diciendo ninguna tontería, está afirmando su igualdad y preexistencia divina. El señor Martínez debería saber eso.

Tito se ha hecho "famoso" (así, entre comillas) por haber escrito algunas tesis para informar acerca de sus "tesis". Las 21 tesis de Tito hablan de lo que cree: el henoteismo, la no existencia del ser después de la muerte, el Espíritu Santo es una mera feurza impersonal, Cristo no es Dios como el Padre, la adoración sólo está reservada por Dios Padre, etc. La página de Tito de llama http://www.las21tesisdetito.com/. Puede entrar y mirar.


Tito nunca estudió teología formalmente. Todos sus estudios son autodidácticos, pero se jacta de decir que es teólogo bíblico, y así suele firmar todos sus escritos. Cree abiertamente que la versión de la Biblia Reina-Valera tiene errores pésimos de traducción, y que todas aquellas versiones de la Biblia que no traducen lo que él cree están en la misma situación. Y gracias a ello, se dio a la tarea de "corregir" la versión Reina-Valera, y ofrecer gratuitamente a través de su web la versión corregida de la Biblia, donde todo concuerda con sus doctrinas. Así, Tito da crédito a su "corrección", aun sin saber griego salvo algunos términos que sabe de diccionarios. Yo particuylarmente he puesto a prueba a Tito citándole algunas expresiones en griego, y no ha sabido responder nada. Con todo, muchas personas lo llaman "hermano", y le adulan por "saber" tanto de la Biblia. Este hombre estuvo con los testigos de Jehová, adventistas, y fue pentecostal por nueve años. Y sus enseñanzas son una extraña mezcla de todos los lugares por donde pasó.

Tenga cuidado con las enseñanzas de este hombre. Puede ingresar a su foro (pulse aquí) y debatir con él, so pena de ser ofendido en nombre de Jesús.


Profecías Falsas de los testigos de Jehová


Por Thomas Heinze


En este momento quizá usted piense: "Parece que la Biblia enseña que necesito nacer de nuevo, pero he confiado en la organización Watchtower, que enseña algo totalmente diferente. ¿Será posible que sus líderes estén equivocados?"


¿Cometen errores los líderes religiosos al interpretar y enseñar las Escrituras? Los testigos de Jehová a menudo han presentado evidencia indiscutible de que muchos que no pertenecen a su organización cometen tales errores. Incluso han admitido que ellos también se equivocan. Entonces, ¿qué debe hacer la persona que desea seguir a Dios? El pastor Russell, fundador de los testigos de Jehová, sugirió una prueba para determinar qué profetas no debemos seguir:
"Jehová, el Dios de los verdaderos profetas, avergonzará a todos los profetas falsos, haciendo que no se cumplan las falsas predicciones de esos profetas arrogantes, o cumpliendo Sus propias profecías en forma contraria a lo que predijeron los profetas falsos. Estos tratarán de ocultar la razón por la que se sienten avergonzados negando lo que son en realidad".1


Más de una vez el pastor Russell declaró que Dios avergonzaría a los profetas falsos, haciendo que no se cumplieran sus predicciones. En otro de sus libros encontramos casi estas mismas palabras: "Jehová… avergonzará a todos los profetas falsos, haciendo que no se cumplan las falsas predicciones de esos profetas arrogantes, o cumpliendo Sus propias profecías en forma contraria a lo que predijeron los profetas falsos".2


El fundador de los testigos de Jehová dijo que podríamos saber quiénes eran los falsos profetas porque sus profecías no se cumplirían. ¿Le cree usted? Un libro posterior de Watchtower también explica varias maneras de distinguir a los profetas verdaderos de los falsos:
"Los tres factores esenciales para establecer las credenciales de un profeta verdadero, tal como declaró Moisés, fueron: El profeta verdadero hablará en nombre de Jehová; sus predicciones se cumplirán (Deuteronomio 18:20-22); y sus profecías promoverán la adoración verdadera".3
Al leer este pasaje de Deuteronomio, notará que el énfasis bíblico está en el segundo factor esencial: las predicciones se cumplirán. El pasaje declara que si no se cumple una profecía, la persona que la pronunció no es profeta verdadero.


Puesto que el pastor Russell, y los otros líderes de la Sociedad Watchtower, profetizaron hechos que sucederían en fechas específicas, y éstas ya pasaron, debemos hacer lo que sugirieron y comprobar si Dios cumplió las profecías de ellos. Usted no tiene por qué temer si, obedeciendo a esos líderes de la Sociedad Watchtower, realiza la prueba que propusieron. Si los resultados muestran que son profetas verdaderos, se disipará toda duda que haya tenido; y si muestran que no lo son, mientras más pronto lo sepa, será mejor. Si resultan ser profetas falsos, recuerde la última parte de la prueba que sugirió el pastor Russell: "Los falsos profetas tratarán de ocultar la razón por la que se sienten avergonzados negando lo que son en realidad". Cuídese de aquellos que ahora niegan que esas declaraciones se hicieron como profecías. Cuídese de los intentos de sustituir algún evento profetizado con algo que sí ocurrió, para que la gente no se dé cuenta del fracaso.


La mayoría de las enseñanzas que aún hoy siguen los testigos de Jehová, las desarrollaron hombres que predijeron fechas específicas. Pronunciaron esas profecías al mismo tiempo que desarrollaban las doctrinas de los testigos de Jehová. Puesto que esas fechas ya pasaron, proveen una oportunidad poco usual para determinar qué tan precisos fueron al interpretar las Escrituras. ¿Fueron siempre correctas sus profecías? ¿Fueron correctas alguna vez? ¡Use las pruebas que ellos sugirieron para decidir por usted mismo!


En la Biblia se alaba a la iglesia de Berea porque las personas allí "recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así" (Hechos 17:11). Esta prueba es ligeramente diferente a las que hemos mencionado. Aquí, la Biblia aprueba que las personas escudriñaran "cada día las Escrituras", para comprobar si lo que el apóstol Pablo había enseñado estaba de acuerdo con ellas (vea también Salmos 1; 1 Juan 4:1).


Satanás no querrá que usted haga este examen bíblico porque él "es mentiroso, y padre de mentira" (Juan 8:44). Quizá él tratará de que se sienta incómodo respecto a estudiar las Escrituras, si el propósito es comprobar si lo que le han enseñado es verdad; pero usted debe escuchar a Dios, no a Satanás.


Después de este párrafo, incluiremos citas de obras del pastor Russell, del juez Rutherford y de otros que establecieron las enseñanzas de los testigos de Jehová. La mayoría de sus predicciones se basaron en su interpretación de la Biblia. Señalaron fechas y dijeron qué sucedería en ellas. Tales fechas ya pasaron, y las profecías fueron verdaderas o falsas. Usted podrá ver si se puede confiar o no en las interpretaciones que hicieron de las Escrituras.


1872: El Principio del Milenio

El pastor Russell declaró que el milenio había empezado en 1872, pero al pasar el tiempo, fue obvio que el milenio no había principiado en esa fecha; posteriores publicaciones de la organización Watchtower predijeron que ocurriría en 1975. ¿Fue correcta alguna de estas fechas?


"En este capítulo presentamos la evidencia bíblica de que en 1872 d.C. se completaron seis mil años desde la creación de Adán; por tanto, desde 1872 d.C., hemos entrado cronológicamente en el sétimo millar o el Milenio, el principio del cual, el "Día del Señor", el "día de angustia", será testigo de la destrucción de los reinos de este mundo y el establecimiento del Reino de Dios bajo los cielos".4Con el tiempo, resultó obvio que el milenio realmente no había empezado en 1872, así que cambiaron la fecha a 1975.


1975: El Milenio por Iniciarse

"De acuerdo a esta confiable cronología bíblica, seis mil años a partir de la creación del hombre terminarán en 1975, y el sétimo período de mil años de historia humana principiará en el otoño de 1975 de la era cristiana".5


¿Quién estaba en lo correcto? ¿El pastor Russell, quien dijo que el milenio había empezado en 1872, o los líderes después de él, que predijeron el año 1975? El sétimo millar de años no podía empezar en 1975 si ya había empezado en 1872, más de 100 años antes.


El año 1975 pasó, y con él, la esperanza de muchos testigos de Jehová que habían creído en la profecía. ¿Qué opina usted? ¿Terminó la batalla de Armagedón? ¿Ha sido atado Satanás? ¿Está usted en el milenio ahora, o se equivocaron ellos las dos veces?


Después de haber comparado las declaraciones acerca de los años 1872 y 1975, examinaremos el resto de las fechas en orden cronológico, empezando con 1874.


1874: La Segunda Venida de Cristo

Según el Pastor RussellEl pastor Russell declaró: "La segunda venida del Señor, por tanto, empezó en 1874". Esto fue dos años después de la fecha que él había indicado para el inicio del milenio. "La segunda venida del Señor, por tanto, empezó en 1874; y esa fecha y los años 1914 a 1918 son fechas señaladas especialmente con referencia a su venida".6


Esto se consideraba importante y se repitió en diferentes formas en varios libros. "La prueba bíblica es que la segunda presencia del Señor Jesucristo principió en 1874 d.C.".7No había evidencias tangibles de que Cristo hubiera venido en 1874, pero el pastor Russell lo creyó de todas maneras: "Ciertamente, en la mente de un consagrado hijo de Dios, no hay ni la más mínima posibilidad de duda de que el Señor Jesús está presente y lo ha estado desde 1874".8
La Segunda Venida de Cristo Según la BibliaPuesto que la Palabra de Dios claramente describe la segunda venida de Cristo, podemos comparar sus enseñanzas con los sucesos del año 1874 y los años siguientes, y así podemos descubrir si el Señor realmente vino entonces o no. La Biblia describe la segunda venida de Jesucristo de la siguiente manera: • "He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá" (Apocalipsis 1:7). • "Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo" (Hechos 1:11). • "Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria" (Mateo 24:30. Vea también Marcos 13:26; Lucas 21:27; 2 Tesalonicenses 1:6-10). ¿Sucedieron estos hechos en 1872, 1874, 1914, 1918 o aun en 1975? La Biblia es clara. ¡No habrá duda alguna cuando venga Cristo! Su venida será visible para todos y atraerá la atención.


Según la Biblia, ¿qué Debemos Hacer si se Dice que Cristo Vino en una Forma Secreta que la Gente no Puede Ver? "Entonces, si alguno os dijere: Mirad, aquí está el Cristo, o mirad, allí está, no lo creáis. Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos. Ya os lo he dicho antes. Así que, si os dijeren: Mirad, está en el desierto, no salgáis; o mirad, está en los aposentos, no lo creáis. Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre" (Mateo 24:23-27, 30). Lea también Lucas 17:23-24.


La explicación del pastor Russell acerca de una venida invisible, que no deja evidencia alguna, es justamente lo que la Biblia dice que no debemos creer. El nos ha puesto en una posición difícil. ¡Dios nos ordena que no creamos en esas enseñanzas!


1914 y 1915: "El Fin de la Guerra que Destruiría los Reinos de Este Mundo y Establecería Plenamente el Reino de Dios" (Cuando esto no sucedió en 1914, cambiaron la fecha a 1915)

Al leer las citas de estas profecías, note que fueron acerca del fin de una guerra que remplazaría a los gobiernos humanos con el gobierno de Dios; no fueron predicciones sobre la Primera Guerra Mundial, que se inició en 1914 y terminó en 1918, pero que no remplazó los gobiernos del mundo con el Gobierno de Dios. Lo que realmente ocurrió en 1914, a pesar de su importancia, parece que los profetas de la organización Watchtower no lo previeron en absoluto. Puesto que algo importante sí ocurrió ese año, algunos tratan de inferir que se cumplió la profecía. Pero en ese tiempo los líderes de Watchtower no difundieron esa interpretación.


Por el contrario, cambiaron la fecha a 1915; eso demuestra que sabían que los sucesos profetizados no se habían cumplido. Las publicaciones de Watchtower expresaron claramente que las profecías respecto al año 1914 fueron erradas. Note que lo anunciado no ocurrió, y que cambiaron la fecha a 1915 en diferentes ediciones del mismo libro.


Edición de 1909:

"Ciertamente, declarar, como lo hacemos nosotros, que dentro de los próximos 26 años todos los gobiernos actuales serán derrocados y disueltos, es esperar grandes cosas".
"En vista de esta poderosa evidencia bíblica concerniente a los Tiempos de los Gentiles, consideramos que es una verdad establecida que el fin definitivo de los reinos de este mundo, y el establecimiento pleno del Reino de Dios, se llevará a cabo al final de 1914 d.C. Entonces, la oración de la iglesia desde que su Señor partió,"venga tu reino", será respondida; y bajo esa administración sabia y justa, toda la tierra será llena de la gloria del Señor, con conocimiento, justicia y paz (Salmos 72:19; Isaías 6:3; Habacuc 2:14); y se hará la voluntad de Dios "como en el cielo, así también en la tierra".9


El año 1915 pasó también, y la asociación Watchtower tuvo que enfrentar la realidad de que ese año no había traído "el final definitivo de los reinos de este mundo", ni "el establecimiento pleno del reino de Dios". En la edición de 1915, por tanto, la fecha se cambió de 1914 a 1915, pero no tuvieron mejor suerte. Cito a continuación de la edición de 1915 que se reimprimió en 1919, que en la introducción admite: "... llegamos, sin embargo, a una conclusión falsa que la Palabra de Dios no autorizaba".


Edición de 1915:

"En vista de esta poderosa evidencia bíblica concerniente a los Tiempos de los Gentiles, consideramos que es una verdad establecida que el fin definitivo de los reinos de este mundo, y el establecimiento pleno del Reino de Dios, se llevará a cabo al final de 1915 d.C. Entonces, la oración de la iglesia desde que su Señor partió, "venga tu reino", será respondida; y bajo esa administración sabia y justa, toda la tierra será llena de la gloria del Señor, con conocimiento, justicia y paz (Salmos 72:19; Isaías 6:3; Habacuc 2:14); y se hará la voluntad de Dios "como en el cielo, así también en la tierra".10


Se Declaró que las Profecías de 1914 Fueron Erradas
"The Watch Tower (La Atalaya), y las otras publicaciones de la Sociedad, por cuarenta años recalcaron que el año 1914 sería testigo del establecimiento del reino de Dios y la glorificación total de la iglesia. Durante ese período de cuarenta años, el pueblo de Dios en la tierra realizó un trabajo de testimonio, el trabajo del cual Elías y Juan el Bautista habían mostrado una señal. Todo el pueblo del Señor esperaba la llegada de 1914 con gozosa expectativa. Cuando ese tiempo llegó y pasó, hubo mucha desilusión, contrariedad y tristeza, y se criticó al pueblo del Señor. El clero y sus aliados en particular los ridiculizaron y se burlaron de ellos, porque habían hecho tantas declaraciones acerca del año 1914, y lo que ocurriría, y sus 'profecías' no se habían cumplido".11


Algunas veces, cuando sus profecías resultaban falsas, como en la cita anterior, lo admitían en publicaciones posteriores de la Sociedad Watchtower. Otras veces, como en la siguiente cita, trataban de escapar de la culpa, dando a entender que el error lo habían cometido los seguidores, no los líderes. "Muchos de ellos esperaban que viniera el Señor y los llevara al cielo, y habían establecido particularmente que sucedería en 1914. El año 1914 era una fecha señalada; pero éstos meramente esperaban que ocurriera algo que no se llevó a cabo".12


¿Entonces qué?

Las personas que hicieron esas falsas profecías declararon que habían basado la mayoría de ellas en la Biblia. Sus obvios errores incluían fechas que se pueden comprobar fácilmente. Cuando las examinamos, vemos con claridad que las profecías no se cumplieron porque ellos no interpretaron correctamente las Escrituras.


¡Cuidado! Las interpretaciones de esas mismas personas son la base de casi todas las doctrinas de los testigos de Jehová. Si erraron respecto a enseñanzas que pudieron ponerse a prueba, ¿por qué ha de creer lo que enseñan en áreas que usted no puede comprobar tan fácilmente?
En una ocasión, ayudé para que un hombre ciego recibiera una operación que le permitió ver. Cuando supimos que un doctor realizaba una nueva forma de cirugía que ayudaría para el tipo de ceguera de nuestro amigo, primeramente éste asistió a una reunión de personas ciegas y les preguntó qué resultados había tenido ese doctor como cirujano. ¡Todas las personas a las que él había operado aún estaban ciegas! Luego preguntó si otros médicos realizaban esa nueva operación, y se enteró de uno que era un experto. Este cirujano había tenido éxito en cada caso que podía verificarse. Mi amigo me dio esta información. Si usted hubiera estado en mi lugar, ¿a cuál doctor lo hubiera llevado?


¿Seguirá usted a doctores de religión que se equivocaron en todas las áreas en las que se les podía poner a prueba? ¿Mejoró la capacidad de los profetas de Watchtower para predecir fechas a partir de ese momento? No, pero nuestro propósito en este estudio era ver si las personas que establecieron las doctrinas de Watchtower eran confiables en su interpretación de la Biblia. Después de 1915, muchas de las doctrinas de Watchtower ya se habían establecido, de modo que para ahorrar espacio, trataremos más brevemente el resto de las fechas proféticas.

Fechas más Recientes
1918: El Fin de los Tiempos de los Gentiles - Destrucción de las IglesiasLas iglesias y los miembros de la iglesia serían destruidos en 1918 y los testigos de Jehová serían glorificados.13

Se Declaró que las Profecías de 1918 Fueron Erradas
"Sin embargo, repentinamente terminó la Primera Guerra Mundial. No condujo, como esperaban los estudiantes de la Biblia, a la revolución y anarquía mundial o a la batalla de Armagedón. Y los adoradores sinceros de Jehová, que estaban en el nuevo pacto con él por medio de su Mediador Jesucristo, se dieron cuenta de que aún estaban en la carne y sobre la tierra".14


1920: La Desaparición de Montañas, Repúblicas y Reinos"

Y las montañas no se encontraron. Aun las repúblicas desaparecerán en el otoño de 1920. Y las montañas no se encontraron. Todos los reinos de la tierra pasarán, serán consumidos en anarquía".15


1925: El Reino Establecido en Palestina - El Retorno de Hombres Fieles del Antiguo Testamento
"Por tanto, podemos esperar con confianza que 1925 marcará el retorno de Abraham, Isaac, Jacob y los fieles profetas de la antigüedad..."16
"... existe evidencia de que el establecimiento del Reino en Palestina probablemente ocurrirá en 1925, diez años después de lo que calculamos una vez".17
"No habrá error de cálculo... En el año 1925, Abraham tomará posesión real de su herencia prometida".18
Las Profecías de 1925 Fueron Erradas (También las de 1914 y 1918)
"El fiel pueblo de Dios en la tierra recalcó la importancia de las fechas 1914, 1918 y 1925. Hablaron mucho acerca de estas fechas y lo que sucedería en ellas, pero no ocurrió nada de lo que predijeron".19


1929: Se Edificó una Casa Para el Retorno de los Fieles del Antiguo Testamento
"En San Diego, California, hay una pequeña porción de tierra en la que, en el año 1929, se construyó una casa que es llamada y conocida como Beth-Sarim. Las palabras hebreas Beth Sarim significan "casa del príncipe"; el propósito, al adquirir esa propiedad y construir la casa, fue que hubiera una prueba tangible de que en la tierra hoy existen personas que creen plenamente en Dios, en Jesucristo y en Su reino, y que creen que los hombres fieles de la antigüedad pronto serán resucitados por el Señor, volverán a la tierra y se harán cargo de los asuntos visibles de la tierra. Cuando el príncipe ocupara la casa sería 'una confirmación de la fe y la esperanza que habían motivado la construcción de Beth-Sarim".20


1932: La Derrota de la Cristiandad

La Profecía Sobre la Derrota de la Cristiandad fue Errada The Watchtower (La Atalaya) afirmó:"Ellos habían predicado que en una época temprana Dios derrotaría a la 'cristiandad'. Muchos habían hecho énfasis en que 1925 sería la fecha, y cuando ésta no se materializó, la cambiaron a una fecha posterior, 1932. Otra vez, el año 1932 llegó y la 'cristiandad' no fue destruida..."21


1975: El Principio del Milenio

La predicción de que el milenio empezaría en 1975, mostró obviamente que el liderazgo de la Sociedad Watchtower ya no consideraba como válida la declaración de que el milenio había empezado en 1872. La nueva fecha refutó la antigua. Por esta razón he puesto las citas de las profecías de 1975 inmediatamente después de las de 1872, para facilitar la comparación de ambas (pp. 24, 25). Puede volver al párrafo referente a 1872 y leerlas allí.


Conclusión:

Las Falsas Profecías Demuestran Incapacidad para Interpretar la Biblia. Después de haber visto personalmente las falsas profecías de las publicaciones de Watchtower, puede darse cuenta de que las personas que desarrollaron la doctrina de los testigos de Jehová cometieron serias equivocaciones al interpretar la Biblia. Usted sabe que el pastor Russell, quien fundó la organización de los testigos de Jehová y estableció muchas de sus doctrinas, publicó profecías completas con fechas. Ha visto citas de los libros que él escribió y sabe que las profecías fueron erradas. Puesto que, por lo general, se basaron en la interpretación que Russell hizo de las Escrituras, sabe que sus interpretaciones no eran confiables. Incluso él admitió haber cometido errores doctrinales.


El juez Rutherford, quien siguió al pastor Russell en el establecimiento de las doctrinas de los testigos de Jehová, también escribió predicciones con fechas basadas en sus interpretaciones de la Biblia. Estas también demostraron estar erradas. Al hablar al respecto después del hecho, La Atalaya dijo: "Las declaraciones publicadas no fueron perfectas en los días de Charles Taze Russell, el primer presidente de Watch Tower Bible and Tract Society; ni fueron perfectas en los días de J. F. Rutherford, el presidente sucesor. La creciente comprensión acerca de la Palabra de Dios, así como de los hechos de la historia, ha requerido repetidas veces que se hagan ajustes de una y otra clase hasta el tiempo presente".22


Por tanto, cuando uno de estos seguidores de hombres dice que usted no debe leer la Biblia sola, sin las interpretaciones de ellos, o que no debe leer otras explicaciones que no sean de la Sociedad Watchtower, no siga ese mal consejo. La persona que afirma eso no recibirá el castigo que le corresponderá a usted si arruina su vida por seguir una doctrina falsa. Usted es responsable por sus decisiones y sus acciones. La Biblia le enseña que debe examinar lo que le dicen otros (Hechos 17:11). ¿Por qué querría confiar ciegamente la salvación de su alma a hombres que, como es evidente, erraron en enseñanzas en que se les pudo examinar con facilidad? ¡Usted tiene la Palabra de Dios en sus manos, y tiene la responsabilidad de ver personalmente lo que El enseña!


Ahora que comprende que debe estudiar la Biblia en forma independiente, lea los pasajes bíblicos mencionados en el primer capítulo sobre cómo entrar en el reino de Dios. Búsquelos en su Biblia y léalos solos, sin mi interpretación, ni la de ninguna otra persona. Es importante que comprenda lo que la Biblia enseña acerca de su salvación.