sábado, 6 de septiembre de 2008

La Igualdad entre el Padre y el Hijo

Por Juan Valles

Una de las doctrinas más atacadas en la Biblia es la concerniente a la Deidad de Jesús. En la teología de las sectas, Jesús no es igual a Dios, es impensable incluso reflexionar en cuanto a eso porque no tiene cabida en lo absoluto. Hay quienes han mostrado algo más de flexibilidad en el asunto y, a pesar de creer que Jesús es Dios, concluyen con una explícita nota: “pero no tan Dios como el Padre”.

Entonces así reducen a Jesucristo: unos de manera total a parte de la creación; otros como un dios inferior, pudiendo ser Dios pero no Dios absoluto sino relegado a inferioridad delante del Padre.

A través de este estudio veremos la falsedad de estas ideas, y lo que quiere expresar la Biblia con respecto a esto.


Juan 1:1
“En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba con Dios; y el Verbo era Dios”

Este es el verso que inicia el evangelio de Juan, y con él, una aventura teológica indescriptible y poderosa.

Primeramente se nos dice que en el principio era el Verbo. La expresión griega “en arche en ho logos” significa primordialmente que antes del principio de todas las cosas ya el Verbo existía. Robertson cita a Wescott y dice:

“Wescott señala aquí que Juan lleva nuestros pensamientos más allá del comienzo de la creación en el tiempo hasta la eternidad.” [1]

Esto va en total armonía con el libro de Miqueas que nos dice que el Mesías nacería en Belén, pero cuyos orígenes son “desde los días de la eternidad” (ver Miqueas 5:2).

La segunda parte de este verso uno de Juan nos dice que el Verbo estaba con Dios. Esta oración es por demás interesante, ya que el texto griego no dice simplemente que el Vero estaba con Dios, sino que siempre ha estado. La preposición que Juan usa aquí no significa “estar al lado” ni “con”, sino estar íntimamente cara a cara sugiriendo co-igualdad. Robertson lo explica de la siguiente manera:

“Aunque existiendo eternamente con Dios, el Logos estaba en perfecta comunión con Dios. Pros con el acusativo presenta un plano de igualdad e intimidad, cara a cara mutuamente. En Jn. 2:1 tenemos un uso parecido de pros: “Tenemos un paracleto con el Padre” (paraklëton echomen pros ton patera).” [2]

Entonces en Juan tenemos la quintaesencia del asunto: El verbo que estaba en la eternidad con Dios es igual a Dios, al estar cara a cara, íntimamente, comunicando eternamente la Deidad.

Y por último se nos dice que el Verbo era Dios. Entonces, si el Verbo era Dios, ¿Cuál es el problema de que sea igual a Dios? En esta tercera parte del verso 1 hay quienes tienen serias dificultades por hallar la verdad, debido a erróneas ideas arrianas que intentan desvirtuar la identidad del Verbo encarnado. El original griego dice “kai Theos en ho Logos: «y Dios era el Verbo”, es decir, “Y Dios era el Verbo”.

Recordemos que hay grupos religiosos que han atendido a doctrinas de demonios, y han negado al Señor de la Creación. Unos hacen del Creador una cosa creada, mientras que otros intentan despojarlo de su señorío absoluto. Todo debido a que aquí en Juan 1:1 no se le llama “el Dios” (así, con artículo determinado). Para entender un poco esto, es necesario conocer que en el idioma griego los nombres, casi siempre, van antecedidos del artículo, y si tal artículo no está, entonces podemos estar ante la presencia de un adjetivo. Entonces hallamos que en el griego dice: “kai Theos en ho Logos”, diciendo textualmente: “y Dios era al Verbo”. Fíjese que “Dios” no lleva el artículo delante, y por eso se ha querido pensar (erróneamente, por supuesto) que se trata de un Dios inferior. Pero eso no es lo que intenta decir el texto. Barclay nos ilustra aquí y comenta:

“Cuando no se usa el artículo determinado con un nombre, ese nombre se usa como adjetivo. Juan no dijo que la Palabra era ho Theós, lo que habría querido decir que la Palabra era el mismo que Dios. Dijo que la Palabra era Theós –sin artículo definido-, lo que quiere decir que la Palabra era, podríamos decir, del mismo carácter y cualidad y esencia y ser que Dios… no estaba diciendo que la Palabra es el mismo que Dios, sino que es lo mismo que Dios” [3]


Por si queda duda, el comentario de Vine es también de mucha valía:

“Hay, naturalmente, excepciones a ello, como cuando la ausencia del artículo sirve para acentuar o para precisar, el carácter o la naturaleza de lo que se expresa en el nombre. Un caso notable de ello se halla en Jn 1.1, «y el Verbo era Dios»; habiendo aquí un doble énfasis sobre theos, por la ausencia del artículo y por la posición enfática en la estructura de la oración. Traducirlo literalmente como «un dios era el Verbo» es totalmente engañoso. Además, el hecho de que «el Verbo» es el sujeto de la oración ejemplifica la norma de que el sujeto debe ser determinado por su posesión de artículo cuando el predicado carece de él. En Ro 7.22, en la frase «la ley de Dios», ambos nombres tienen el artículo; en el v. 25, ninguno de ellos lo tiene. Esto está de acuerdo con una norma general de que si hay dos nombres unidos por el caso genitivo (el caso posesivo, «de»), o bien ambos nombres poseen el artículo, o ambos carecen de él. Aquí, en el primer caso, ambos nombres, «Dios» y «la ley», son definidos, en tanto que en el v. 25 la palabra «Dios» no es simplemente titular, destacando la ausencia del artículo su carácter de dador de la Ley.
Allí donde se aplican dos o más calificativos a la misma persona o cosa, por lo general un artículo sirve para los dos (siendo la excepción cuando un segundo artículo destaca diferentes aspectos de la misma persona o sujeto; p.ej., Ap 1.17). En Tit 2.13 se traduce correctamente «gran Dios y Salvador Jesucristo». Moulton (Prol., p. 84) muestra, a base de escritos en papiros de la temprana era cristiana, que entre los cristianos de habla helénica esta era una «fórmula corriente» aplicada a Cristo. Igualmente sucede en 2 P 1.1 (cf. 1.11; 3.18). [4]

No hay posibilidad de error aquí. O Jesús es Dios absoluto como el Padre; o simplemente no lo es. La evidencia está puesta sobre la mesa: y a usted le toca decidir…


Juan 5:17,18
"Jesús les respondió: -Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo. Por esto los judíos aun más intentaban matarlo, porque no solo quebrantaba el sábado, sino que también decía que Dios era su propio Padre, haciéndose igual a Dios."

El pasaje de Juan 5:17,18 constituye un claro y poderoso mensaje apologético a favor de la absoluta Deidad de Cristo y su consecuente igualdad con el Padre, Jehová de los Ejércitos. En esta ocasión podemos ver al señor presentando sus argumentos acerca de la sanidad que había hecho a un joven en día sábado, pero lo que establece es más de lo que ellos pedían, no unas meras explicaciones sino su inquebrantable igualdad, más allá de los planteamientos de sectas y herejías Jesús pone de manifiesto su relación única con el Padre. El texto dice:

"Jesús les respondió: -Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo. Por esto los judíos aun más intentaban matarlo, porque no solo quebrantaba el sábado, sino que también decía que Dios era su propio Padre, haciéndose igual a Dios.

En el verso 18 la expresión de más relevancia es la razón por la cual los judíos querían matar a Jesús: "sino que también decía que Dios era su propio Padre, haciéndose igual a Dios." La relación Padre - Hijo va mucho más allá de lo que dicen las sectas. Los judíos que escucharon a Jesús decir que Dios era Su padre entendieron lo que significaba eso: que Jesús es Dios y por consiguiente es igual a Dios. La expresión "haciéndose igual a Dios" es el griego "ison heauton poiön töi theöi".

Actualmente hay quienes dicen que el Hijo fue creado por el Padre, y de allí que se le llame "Hijo". Y hay también quienes intentan engañar enseñando que Jesús es Dios, pero inferior al Padre, y nunca, en ningún momento, dijo que era "igual" a Dios. Pero basta con mirar el verso 17 de este pasaje, y luego observar la reacción de los judíos y la razón de ello narrada por Juan. Jesús simplemente dijo que así como Dios trabaja, Él (Jesús), por ser el Hijo del Padre, también lo hace. Esto encendió la ira de los judíos, y Juan nos cuenta que el significado de la relación entre Jesús y el Padre es sinónimo de igualdad.

Algunos herejes han intentado dar respuesta a este hecho de manera infructuosa, tratando de sostener que Jesús nunca dijo que fuera igual al Padre, y todo, en este caso, sólo se reduce a la interpretación de Juan. ¿Qué hay de cierto en esto? Veamos:

No es un secreto la tremenda relevancia de compararse con el Todopoderoso en una cultura extremadamente celosa y monoteísta como la de los judíos de aquella época. Aunque Dios descansó al séptimo día de Su creación, no obstante sus obras de justicia, perdón, misericordia, fidelidad, etc., continuaron sin descanso. Jesús declaró que así como el Padre hace todo lo que hace, con su Poder, su omnipresencia, su Deidad y soberanía sobre todas las cosas, Él (Jesús) también.

A.T. Robertson, el erudito mejor informado sobre el griego de la Biblia, comenta este hecho y nos informa que "los judíos entendieron a Jesús reivindicando su igualdad con el Padre en naturaleza, privilegio y poder, como también en 10:33; 19:7:"[5]

Los judíos intentaron tomar justicia por sus manos a razón de lo que consideraban una blasfemia. No hay posibilidad alguna, en este texto, de que Jesús haya querido decir otra cosa. Jesús se comparó con el Padre de una forma inequívoca con relación a algo cuya competencia era exclusiva del Padre; así que los judíos entendieron el claro mensaje. Jesús no intentó retractarse de lo que dijo, ni arrepentirse ni volverse atrás. En ningún momento pretendió afirmar que se equivocó, o que su igualdad con respecto al Padre era realmente algo sin importancia, sino que lo recalcó y lo enfatizó. A este respecto también se refiere A.T Robertson cuando añade que "si los judíos mal interpretaron a Jesús acerca de esta cuestión, tenía la vía abierta con toda facilidad para negar tal sentido y eliminar todo equívoco. Esto es precisamente lo que no hace. Al contrario, lo que sí hace es presentar una poderosa apologética en defensa de su afirmación de igualdad con el Padre"[6]

Fueron repetidas las veces en que Jesús recalcó su relación Única con su Padre a partir del verso 18 hasta el 47, evidenciando con esto no sólo su particular filiación divina, sino su absoluta Deidad e igualdad con el Padre. Un resumen de éstos sería:
- "Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo..." (v.18)
- "De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre." (v.19)
- "Todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente..." (v.19)
- "Como el Padre levanta a los muertos y les da vida, así también el Hijo a los que quiere da vida..." (v.21)
- "... para que todos honren al Hijo como honran al Padre." (v.23)
- "El que no honra al Hijo no honra al Padre, que lo envió. " (v.23)
- "El que oye mi palabra y cree al que me envió tiene vida eterna" (v.24)

En consideración de lo antes expuesto, debemos notar que Jesús reclama igualdad con el Padre, y en resumen podemos citar: desde el verso 17 al 21 enfatiza la igualdad en obras; el verso en cuanto al juicio, y el verso 23 sobre el honor. Para un judio estas expresiones no eran sino reclamaciones de igualdad con el Topoderoso, las cuales consideraron por blasfemia. Josh Mc Dowell el famoso apologista, agrega:
“En los repetidos usos del término “Hijo” en yuxtaposición con “el Padre”, existe una declaración explícita de su afirmación de igualdad con el Padre y se formula la verdad de la Trinidad.” [7]
Y no es de maravillarse que Cristo diga hacer todo lo que hace el Padre, y si hace todo lo que hace el Padre entonces es porque es omnisciente (Jn 16:30; Ap 1:8), omnipresente (Mt 18:20; 28:20), omnipotente (Mat 28:18; Ap 1:8) y, como el Padre, inmutable (Heb 13:8). Esto no deja de ser una gran verdad. Y todos los intentos de las sectas al tratar de confundir torciendo la Escritura, han caído al vacío. Cristo no pretendió sino exponer su absoluta Deidad.

La palabra que se traduce como "igual" en el verso 18, es la misma que Pablo usó en filipenses 2:6 para referirse a la igualdad del Logos preencarnado con el Padre. Vine, en su diccionario sobre términos del Nuevo Testamento, define este término y añade que significa

"el mismo en tamaño, cantidad, calidad, etc. Se traduce “igual/es” en Mat 20:12; Jn 5:18; Fil 2:6; Apo 21:16: En la cita de Fil 2:6 el término se halla en plural neutro, lit.: “igualdades”; en las versiones castellanas se traduce “ser igual a Dios”. Esta traducción está evidentemente condicionada por la Vulgata Latina. Parece debida al hecho de que en latín no había una manera adecuada de representar la forma y significado precisos del griego. El plural neutro aquí denota los varios modos o estados en que le era posible para la naturaleza de la Deidad existir y manifestarse como divina (cf. The Incarnation, de Gifford, p. 20)."[8]


En otro comentario de Robertson, añade:

“Bernard cree que Jesús no reivindicaría ser isos theoi debido a que en Jn 14:28 él dice: “el Padre es mayor que yo”. Y, sin embargo, en 14:7 dice que quien le ha visto a él ve en él al Padre”. [9]

Y así como Bernard, hay quien todavía es libre para creer que Jesús nunca dijo ser igual a Dios, pero lo hace sin apoyo alguno de la Escritura, ajeno a la verdad de Dios. La evidencia está toda a favor de la deidad del Hijo de Dios.


Juan 5:23
"para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo no honra al Padre, que lo envió."

Una de las veces que Jesús se "puso a la par" con el Padre ocurre en Juan 5:23 donde exige que se le dé el mismo trato y aprecio que al Padre. Para las sectas arrianas esto obviamente está en desacuerdo con sus ideas, de modo que alegan que "honrar" es algo sin importancia, un acto que no puede en ningún caso expresar igualdad entre el Padre y el Hijo.

Pero para Jesús significa mucho más que eso, pues todo el contexto es un clara defensa del Señor hacia su absoluta Deidad e igualdad con el Padre, tal como se observa desde el verso 17 hasta el 47. La palabra usada y vertida como honrar es el griego "timao", que significa "poner precio a algo", "apreciar". Entonces podemos ver al Señor exigiendo, no el mismo nivel de respeto, sino el mismo valor que el tiene el Padre para con la humanidad. Es como si dijera: "el mismo significado que tiene el Padre para ti, es el mismo que debo tener yo. Si al Padre has dado un nivel de importancia, ese mismo nivel has de darme a mí, pues yo tengo el mismo peso y precio que el Padre; de lo contrario no tendrás el favor del Padre". Podemos ver la claridad con que Jesús habla, y de la forma en que lo viene haciendo desde el verso 17 no cabe duda de que reclama igualdad con el Padre, en todos los aspectos, primero destacando que hace las mismas cosas que el Padre (cosas que los judíos creían exclusivas del Padre) para ponerse en perfecta igualdad con el Dios de los judíos; y luego reclamando el mismo trato que se merece el Padre. ¿Se parece esto a las ideas arrianas y unitarias de algunas sectas? Por supuesto que no. Robertson destaca que “Jesús reclama aquí el mismo derecho de recibir adoración de parte de los hombres que el que tiene el Padre. Deshonrar a Jesús es deshonrar al Padre…” [10] A través de herejías se intenta dar otro sentido a estos pasajes que son tan claros como el agua. Y más allá de todo esto resuenan las palabras de nuestro Señor: El que no honra al Hijo no honra al Padre, que lo envió..."


Juan 8:58
“Jesús les dijo: --De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuera, yo soy”

¿Qué está diciendo Jesús con esto? Pareciera, a simple vista, un error verbal; pareciera que Jesús no está muy bien ubicado con respecto a los tiempos verbales. ¿Por qué en el verso siguiente los fariseos reaccionan de esta manera: “Tomaron entonces piedras para arrojárselas, pero Jesús se escondió y salió del templo y, atravesando por en medio de ellos, se fue” (v.59)? ¿Qué hay aquí para explicar este hecho? Sin duda mucho, y muchos siglos de historia con respecto a tan sublime declaración. Jesús simplemente estaba afirmando llamarse igual que el Dios Eterno, que Jehová Rey de los judíos, el Jehová Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. Jesús simplemente afirmó ser el Yo Soy.

Puede que a nuestros ojos esta declaración no tenga mucho sentido debido a la falta de identificación con éstos términos y con la cultura judía. Pero si nos vamos a la Biblia, específicamente al libro de Éxodo 3:14,15, vemos a Jehová hablando con Moisés. Y en medio del diálogo, Moisés pregunta:

“-Si voy a los hijos de Israel y les digo: "Jehová, el Dios de vuestros padres, me ha enviado a vosotros", me preguntarán: "¿Cuál es su nombre?" Entonces ¿qué les responderé? Respondió Dios a Moisés: -"Yo soy el que soy". Y añadió: -Así dirás a los hijos de Israel: "Yo soy me envió a vosotros".

En un claro e infructuoso intento de ocultar la verdad, los antagonistas dicen que esto no es lo que debemos entender aquí, y con muchas maniobras han querido cambiar la interpretación del texto. Incluso, hay quienes han alterado el texto a su conveniencia. Pero, si no hemos de entender lo que la clara evidencia nos muestra, ¿qué hemos de creer, que Cristo no es tan Dios como Jehová? Campbell nos ilustra con su comentario al decir:

“Es perfectamente claro que nosotros también debemos entender que la expresión “Yo Soy,” (eimi) tenía como finalidad declarar la absoluta deidad de Cristo por el hecho de que él no intentó dar explicaciones. Él no procuró convencer a los judíos de que ellos le habían entendido mal, sino que más bien él repitió la afirmación varias veces en repetidas ocasiones.” [11]

¿Hay quien, a pesar de la evidencia, no quiera reconocer los hechos? Sí, y siempre habrá quien la rechace incluso con toda la evidencia del planeta. Por ejemplo, los testigos de Jehová han modificado el texto de sus biblias, donde se puede leer: “antes que Abraham fuera, yo he sido”. Ante este hecho, ellos creen haber encontrado manera eficaz de huir a la vedad, pero su propia traducción los acusa, pues en Juan XX hallamos la misma expresión ego eimi la cual han traducido perfectamente por Yo Soy. ¿Por qué aquí en Juan 8:58 la han vertido por Yo he sido queriendo aludir con esto que Cristo fue creado? Pero para lector honesto no cabe ninguna duda de la realidad del verbo eimi, un verbo donde el tiempo no tiene cabida, sino que expresa un eterno ser o estar.

A.T. Robertson no duda en destacar que “es indudable que aquí Jesús proclama su existencia eterna con la frase absoluta que se emplea de Dios. El contraste entre genesthai (la venida de Abraham a la existencia) y eimi (el ser atemporal) es absoluto.” [12]

De manera similar se puede ver el comentario en la Biblia de Estudio Plenitud, donde dice:

“El verbo debe ser traducido como «naciera», indicando que la vida de Abraham tuvo un comienzo específico. Esta afirmación contrasta con el «Yo soy» de Jesús. En otras palabras, Él no tuvo principio, sino que es el eterno presente.” [13]

Mientras que Warren, en su libro “Bosquejos Expositivos de la Biblia, AT y NT”, nos dice:

“Jesús afirmó ser Jehová Dios cuando dijo: “Antes que Abraham fuese, YO SOY” (véase v. 58; también Éx 3.14). En el versículo 24 también dijo: “Porque si no creéis que yo soy, en vuestros pecados moriréis”. En el versículo 28 dijo: “Cuando hayáis levantado [en la cruz] al Hijo del Hombre, entonces conoceréis que yo soy”. La mentira de Satanás es que Jesucristo no es el Hijo de Dios (véanse 1 Jn 2.22; 4.1–3). Es imposible honrar a Dios y al mismo tiempo deshonrar al Hijo (5.23).” [14]

No hay duda de que Cristo afirmó ser Dios de una manera absoluta, sin limitaciones de ningún tipo ni con menos divinidad que el Padre. Al pronunciar el nombre Divino, y autoproclamarse como el Yo Soy del Antiguo Testamento, estamos persuadidos que el propósito del Señor en cuanto a su identidad no es la de hacernos creer que es un ser angelical ni una criatura divina, y menos un Dios subyugado e inferior a la Deidad. Cristo no nos dejó esa opción, y sus reiteradas afirmaciones lo comprueban. ¿Qué pues diremos? ¿Hay alguna salida para las sectas a fin de que escapen de la verdad? No, no hay maniobras interpretativas de ninguna índole. Y las palabras de Henry Alford a este respecto son idóneas: “toda exégesis desprejuiciada de estas palabras debe reconocer en ellas una declaración de la preexistencia esencial de Cristo.” [15]



Juan 10:30
"El Padre y yo uno somos."

En Juan 10:30 hallamos otra afirmación propia de la Deidad del Señor, donde reclama su perfecta igualdad con el Padre. El erudito William Barclay lo vierte de la siguiente forma: “El Padre y yo somos una misma cosa”.

Esta declaración no debe ser pasada por alto, pues constituye toda una muralla contra las ideas arrianas. En la teología del henoteísmo es imposible la igualdad entre el Padre y el Hijo, pero es precisamente igualdad lo que resuena aquí con toda la autoridad de Dios. Vemos al Hijo de Dios estableciendo lo que otros llaman “unidad de propósito y esencia”. Imagine, nadie en su sano juicio llegaría a decir que es una unidad con el Eterno Creador del Cosmos, que es Uno en propósito; porque a decir verdad el ser humano no es semejante a su Creador en ningún aspecto posible. Pero Jesús lo dijo, de una forma clara e irrefutable, y en una cultura como la de su tiempo, famosa por su celo y devoción al Único, al Eterno, cansada de escuchar y leer: “Oye Israel, Jehová nuestro Dios, Jehová Uno es” (Dt 6:4) ¡Qué declaración más sorprendente!

Pero estas palabras han causado tal desarmonización y contradicción en las ideas doctrinales de las sectas que han tratado de hacer malabares con la Escritura, a fin de explicar razonablemente este hecho acordemente a sus doctrinas. Para ello acuden al pasaje de Juan 17:11 donde se expone la misma palabra que aquí se traduce como “Uno”. La famosa oración de Jesús por sus discípulos ha sido tomada como la “bandera” de las sectas para tapar la solemne declaración de igualdad del Verbo de Dios. El texto dice textualmente: “Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros.” Aquí se trata de establecer un paralelismo afirmando: así como Jesús es uno con el Padre, los creyentes son uno con Jesús; entonces no afirma esto que se hable de esencia o unidad de ser, sino de propósito u objetivo.

Pero esto limita cabalmente el sentido de la Escritura. Es perfectamente posible que Jesús sea uno con sus creyentes a razón de la dualidad de naturalezas presentes en él, cosa que lo hace un mediador; pero es imposible que un ser humano sea uno con Dios.

A esta misma conclusión debe haber llegado Robertson, al decir:

“Los fariseos habían acusado a Jesús de hacerse así mismo igual a Dios como su propio y peculiar Padre (Jn 5:18) Entonces Jesús lo admitió y pasó a demostrar razones para esta declaración (5:19-30)
Ahora lo declara claramente en este gran dicho repetido posteriormente (17:11,21) Esta tersa afirmación es la culminación de las reivindicaciones de Cristo acerca de la relación entre el Padre y él mismo (el Hijo) Agitan a los fariseos hasta una cólera incontrolable.”[16]

Otro argumento a favor de la igualdad del Padre y el Hijo que ningún sectario ha podido refutar es el hecho del contexto que protege a nuestro verso de estudio. Jesús viene hablando de sus ovejas, de los que le pertenecen porque le creen, y nos da la clave de todo este asunto: “Mis ovejas oyen mi voz y yo las conozco, y me siguen; 28 yo les doy vida eterna y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. 29 Mi Padre, que me las dio, mayor que todos es, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre. 30 El Padre y yo uno somos.”

Observe cómo Jesús va hablando hasta llegar al punto culminante donde declara su igualdad con el Padre. Primero dice: “Mis ovejas oyen mi voz…” Luego añade algo inesperado: “…nadie las arrebatará de mi mano.” (v.28) Lo que sigue simplemente debió causar asombro en sus oyentes: “… nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.” (v.30). ¿Qué quiere decir con esto? ¿Por qué dice primero que las ovejas están en su mano y luego dice que están en las manos del padre? Finalmente lanza la máxima de su igualdad y razón por la cual nadie arrebatará las ovejas de su mano ni la de el Padre: “El Padre y yo uno somos” (v.30)

Es innegable este hecho de la igualdad; y es digno de notar la intensidad de la declaración que la reacción de los judíos fue extrema: “Entonces los judíos volvieron a tomar piedras para apedrearlo” (V.31) No fue ninguna idea vaga sin importancia lo que expresó Jesús, ¿no le parece? A esto se refiere Roberto Anderson cuando dice:

“Pero ninguna evidencia confirmatoria es más convincente que la de los testigos hostiles. El hecho de que el Señor presentó aseveraciones de deidad está innegablemente establecido por la acción de sus enemigos. Debemos recordar que los judíos no eran una tribu de salvajes ignorantes, sino un pueblo de gran cultura e intensamente religioso…”[17]

El comentario de la Biblia de estudio “Diario Vivir” es idóneo al decir:

“Esta es la declaración más clara de su divinidad que Jesús haya expresado jamás. Jesús y su Padre no son la misma persona, pero en esencia y naturaleza son uno. De aquí que Jesús no es un simple buen maestro: Él es Dios. Esta declaración no dejaba lugar a dudas. Los líderes religiosos deseaban matarlo porque sus leyes decían que cualquiera que proclamase ser Dios debía morir. No había nada que pudiese persuadirlos de que la declaración de Jesús era verdad.” [18]

No hay duda de que el mensaje de Jesús fue explícito: es Dios, y es igual al Padre. El Hijo de Dios es igual a Su Único y peculiar Padre.



¿Qué de Juan 14:28?
Para deshacerse de toda esta evidencia, nunca falta quienes vendrán con el pasaje de Juan 14:28 bajo la manga como si de una sorpresa final se tratara. Aquí Jesús dice de modo muy abierto que el Padre es mayor que él. Veamos el pasaje:

“Habéis oído que yo os he dicho: "Voy, y vuelvo a vosotros". Si me amarais, os habríais regocijado, porque he dicho que voy al Padre, porque el Padre mayor es que yo.”

Antes de comenzar con las evidencias a favor de la igualdad del Hijo y el Padre, es necesario destacar que el término “Dios” no es una identidad sino una naturaleza. Dios es Dios no porque así se llame, sino por su naturaleza. Pablo habla sobre esto cuando dice “Ciertamente, en otro tiempo, cuando no conocíais a Dios, servíais a los que por naturaleza no son dioses…” (Gal 4:8)

Cuando el faraón instituyó a José como segundo en Egipto, le dijo: “Tú estarás sobre mi casa y por tu palabra se gobernará todo mi pueblo; solamente en el trono seré yo mayor que tú.” (Gn 40:41) Fíjese que Faraón sería mayor que José sólo en oficio, mas no en naturaleza, pues ambos son humanos. En este texto no se nos dice que Faraón es más humano que José, pues sería absurdo. Lo que sí se nos dice es que Faraón tiene un oficio diferente al de José, y dicho oficio o función es mayor a la de José; pero ambos son humanos. Incluso, si se tratara de un elemento puramente espiritual podríamos decir que José era mayor que faraón ante los ojos de Dios, pues a pesar de que Dios no hace acepción de personas, era del pueblo escogido de Dios. Pero el término aquí sólo es comparable en cuanto a la naturaleza de los implicados. Entonces, ¿qué se trata de alegar con Juan 14:28?

A.T. Robertson destaca:

“La relación filial hace esto necesario. No hay distinción de naturaleza o esencia en la Trinidad. No hay aquí ni arrianismo ni unitarismo. La misma explicación que da aquí es prueba de la Deidad del Hijo (Dods)”[19]

Entonces no tienen excusa los antagonistas: el que tiene el Hijo tiene al Padre. Si Ud. no honra al Hijo como honra al Padre, tampoco puede honrar al Padre. Y si no cree que Jesús es el gran Yo Soy, entonces no hay remedio para sus pecados, y ellos serán su ruina y condenación…




[1] Robertson, A.T. Imágenes Verbales del Nuevo Testamento; pag 29.
[2] Robertson, A.T. Imágenes Verbales del Nuevo Testamento; pag 30.
[3] Barklay, William. Comentario al Nuevo Testamento, volumen 5. Pág. 53
[4] Vine, W.E., Vine Diccionario Expositivo de Palabras del Antiguo y del Nuevo Testamento Exhaustivo, (Nashville: Editorial Caribe) 2000, c1999
[5] Robertson, A.T. Imágenes Verbales del Nuevo Testamento; pag 109.
[6] Robertson, A.T. Imágenes Verbales del Nuevo Testamento; pag 109.
[7] Josh Mc Dowell, 103.
[8] Vine, W.E., Vine Diccionario Expositivo de Palabras del Antiguo y del Nuevo Testamento Exhaustivo, (Nashville: Editorial Caribe) 2000, c1999. (versión electrónica.)
[9] Robertson, A.T. Imágenes Verbales del Nuevo Testamento; pag 109.
[10] Robertson, A.T. Imágenes Verbales del Nuevo Testamento; pag 111.
[11] Campbell, citado en Mc Dowell, 96.
[12] Robertson, A.T. Imágenes Verbales del Nuevo Testamento; pag 184.
[13] Hayford, Jack W., General Editor, Biblia Plenitud, (Nashville, TN: Editorial Caribe) 2000, c1994. (versión electrónica)
[14] Wiersbe, Warren W., Bosquejos Expositivos de la Biblia, AT y NT, (Nashville, TN: Editorial Caribe Inc.) 2000, c1995. (versión electrónica)
[15] Henry Alford en Mc Dowell, 96
[16] Robertson, A.T. Imágenes Verbales del Nuevo Testamento; pag 212.
[17] Roberto Anderson citado en Mc Dowell, Evidencia que exige un veredicto, pág 94.
[18] Barton, Dr. Bruce B., Editore, Biblia del Diario Vivir, (Nashville, TN: Editorial Caribe) 2000, c1996.
[19] Robertson, A.T. Imágenes Verbales del Nuevo Testamento; pag 283.

1 comentario:

Unknown dijo...

JESUS NO ES TAN DIOS COMO EL PADRE. La palabra DIOS no es un adjetivo sino un sustantivo.